Refiriéndose a las medidas restrictivas impulsadas por dos alcaldesas capitalinas a fondas, bares y otros lugares donde la gente practica la sana diversión del baile y trago, el periodista Rodrigo Guendelman advierte que están por cumplirse "180 años tratando de arruinarle la fiesta al chileno con medidas contra la chingana", ese lugar donde se tomaba y se bailaba cueca en el siglo XIX.

Recuerda Guendelman que el intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna procuró contener "algunas actitudes destempladas habituales en las chinganas", con lo que se consiguió que emigraran de la "ciudad decente" hacia arrabales populares como la Chimba. Este criterio coincide, según Guendelman, con el expresado por el entonces ministro del Interior, Diego Portales, "un verdadero crack del autoritarismo político", que habría decidido erradicar las chinganas porque eran un aliciente poderoso a ciertas clases del pueblo para que se entregaran a los vicios más torpes y a los desórdenes más escandalosos y perjudiciales.

Pero la relación del "crack" Portales con las chinganas no fue tan así. Recurro a historiadores mejor informados: "Cuando estaba en Santiago, Portales dedicaba una noche a su diversión favorita: la zandunga. Se reunía con sus amigos y sus amigas alegres en una chingana de la calle de las Ramadas, en el barrio de La Chimba, que denominaba "la Filarmónica", irónicamente, aludiendo al salón del mismo nombre a donde asistía la sociedad santiaguina para escuchar música selecta. En aquella "Filarmónica popular se divertían los enfiestados al son del arpa y la vigüela. El bailoteo terminaba cerca de las dos de la mañana".

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