El triunfo contundente y sin apelación de Colo Colo en el clásico instaló el debate en un aspecto que va más allá de lo meramente numérico. No importa tanto que los albos se acercaran en la tabla, sino que, sobre todo, su superioridad fuera tan manifiesta en un partido que -como se dijo muchas veces- marcaría a fuego el campeonato.
La decisión de Héctor Tapia de mantener tres delanteros supuso no solo una sorpresa para el análisis previo al partido, sino también una señal clara de que los albos no renunciarían a un estilo de juego que les ha dado réditos en el torneo. En un plantel que no ofrece muchas alternativas, esa movida fue la primera señal del triunfo.
Los albos tuvieron piezas altas de rendimiento. Gonzalo Fierro, Julio Barroso, Esteban Pavez y Emiliano Vecchio hicieron un partido redondo. En contraste, los azules no lucieron individualidades destacadas, y el ímpetu de los "históricos" (Rojas, Osvaldo González y el mismo Martínez) terminó por jugarles en contra. Sin Gonzalo Espinoza, los azules perdieron una pieza clave en el esquema de Lasarte: el lanzador certero que permitía saltarse el mediocampo, habilitaba con ventaja a los delanteros y le otorgaba una variante al previsible tranco de Ramón Fernández.
La imprecisión de Guzmán Pereira y la estupenda marca sobre Canales terminó por desdibujar las opciones azules justo en el partido que era exacta medida de las capacidades de ambos cuadros. Con su honestidad habitual, Lasarte lo definió: jugaron mal, defendieron peor, el rival fue superior y el árbitro nada tuvo que ver en el resultado. Fue tanta la superioridad, que para Carlos Heller el análisis pasó por la localía, la necesidad del estadio propio y una paternidad muy larga que se hizo sentir en el Monumental.
Lo interesante serán las consecuencias. Emiliano Vecchio lanzó una sentencia que puede ser profética, al decir que era Colo Colo el único que podía vencer a los azules... Hasta ahora. Porque, argumenta el volante, el factor psicológico puede ser determinante en la definición que se aproxima. Y es que los azules no solo sufrirán la merma de sus expulsados centrales, sino que la inseguridad propia de un equipo que falló en un duelo clave.
No solo costará encontrar la fórmula para reemplazar a Espinoza en una zona que era desequilibrante en el sistema, sino también que efectivamente el golpe puede desestabilizar las confianzas en un cuadro que no había estado expuesto a las derrotas ni a las críticas. Y que deberá batallar duro para recuperar la sensación de imbatibilidad que -con justicia- había generado.
Hablamos de este clásico durante al menos diez semanas. Colo Colo lució en la cita, pero los azules defraudaron en toda la línea. Lo interesante será constatar cómo afrontarán la recta final. Porque para la U, este golpe puede dejar secuelas insospechadas.