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Editorial
Lunes 20 de octubre de 2014
Chile como destino de inversiones
¿Cómo conciliar la nueva gran inversión española en el sector eléctrico en Chile con el ambiente de desilusión que reina en el país y que el Financial Times parece captar tan bien?...
Se suponía que la celebración del "Chile Day" sería una ocasión más para lucir las ventajas de invertir en Chile. El evento contó con la presencia no solo del ministro de Hacienda, sino también del de Economía, del presidente del Banco Central, otras autoridades del área y, desde luego, de numerosos dirigentes empresariales y ejecutivos nacionales. El ministro Arenas desplegó todos sus esfuerzos para explicar que el bajón económico de este año es pasajero, que las reformas impulsadas serán a la larga positivas y que Chile en definitiva seguirá siendo un país atractivo. Sus argumentos no persuadieron al Financial Times, influyente periódico inglés, que observó que nuestro desempeño es un fiel reflejo de la actual mediocridad mundial y vaticinó que le sería difícil a nuestras autoridades convencer a los inversionistas de lo contrario.
Pero el lanzamiento por parte de la española Gas Natural Fenosa de la mayor oferta pública de acciones ejercida en el mercado bursátil no puede sino ser interpretado como una clara manifestación de confianza en el futuro de la economía chilena. La operación implica adquirir el 100% de la Compañía General de Electricidad en el equivalente a unos US$ 3.300 millones, esto es, a un precio por acción 32% superior al del cierre anterior y 72% más alto que su cotización promedio de los doce meses anteriores.
¿Cómo conciliar esa voluminosa inversión española en Chile con el ambiente de desilusión que reina en el país y que el Financial Times parece captar tan bien? Una interpretación es que nuestro empresariado estaría motivado por su aversión política e ideológica al Gobierno, como arguyen algunos desde el bloque oficialista. Pero en el pasado ellos han demostrado que invierten y crean empleos con entusiasmo cuando perciben señales de política económica que estiman adecuadas, independientemente de sus personales preferencias electorales.
Más plausible, en cambio, es que una empresa multinacional de gran escala, bajo costo de capital y amplia diversificación geográfica, muestre menos aprensiones que el empresario local y más disposición a apostar que las cosas en Chile tarde o temprano van a mejorar. Que, en definitiva, confíe en la fortaleza de las instituciones de nuestra economía de mercado y en la capacidad del electorado de hacer prevalecer las opciones políticas sensatas por sobre los extremismos. Es de esperar que el Gobierno responda a esa confianza trabajando para desactivar los numerosos focos de incertidumbre que están afectando la marcha de la economía nacional.