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Cartas
Lunes 20 de octubre de 2014
Caída en la matrícula pública
Señor Director:
Detrás de la caída de la matrícula pública hay tres décadas de acciones y omisiones:
1. Municipalización irresponsable, sin darles a los alcaldes las herramientas ni obligaciones necesarias. Si un alcalde descuida los asuntos escolares, el Mineduc ha carecido de potestad jurídica para intervenir. La municipalización trajo además un cambio de estatuto laboral que generó a los profesores pérdidas previsionales y salariales, con la consecuente conflictividad gremial.
2. Las rigideces laborales introducidas vía Estatuto Docente dificultaron la gestión del sistema, mantuvieron los costos fijos y al alza.
3. El Estado no invirtió en escuelas públicas en zonas de expansión urbana, dejando el terreno libre para que la demanda fuera cubierta por privados.
4. Permisividad para permitir que las escuelas particulares "descremen" alumnos, vía admisión y expulsión, y que los estudiantes menos aventajados o más conflictivos se hacinaran en las escuelas públicas, con deterioro de motivación y resultados.
5. El copago hizo que el "descreme de alumnos" ya no fuera solo académico, sino que además socioeconómico. Muchas escuelas públicas se convirtieron así en "guetos de desesperanza aprendida", de los cuales algunos apoderados tratan comprensiblemente de huir.
6. En 1989 se decretó que los directores de escuelas públicas fueran vitalicios. La Alianza vetó en el Congreso la concursabilidad de los mismos desde 1990 a 2005. Fácil imaginar los resultados de la gestión de escuelas en que sus directores no le responden a nadie por 15 años.
7. Cada vez que el Estado otorgó un incentivo para profesores, lo hizo sin proveer los recursos, o bien como préstamos contra la subvención, agravando así las precarias finanzas. Los aportes dedicados a la educación municipal, que critican los defensores de los colegios particulares por constituir favoritismo hacia las escuelas públicas -y para reclamar por su ineficiencia-, representan solo el 20% del déficit anual.
8. Se estigmatiza a las escuelas públicas como las de "peor Simce", sin tomar en consideración la estructura del alumnado. Sin embargo, si se miran los resultados en establecimientos de cada segmento socioeconómico, son similares entre ambos tipos de escuela. Si se lograra medir el impacto de las admisiones y expulsiones selectivas, los resultados favorecerían a las escuelas públicas.
Decir entonces que la educación privada es mejor o más eficiente que la pública, es una falsificación ideológica. Equivale a desangrar deliberadamente a un enfermo y después criticarlo por ser lento para correr la maratón. Llegó la hora de reconocer y revertir el daño de tres décadas, abordando integralmente el problema.
Mario Waissbluth
Educación 2020