Mi mujer bala mejor que cualquier oveja, y con intenciones mucho más variadas y sutiles. Es probado. En cierta ocasión, de paseo por Cauquenes, poco después de la parición de los corderos, salimos a caminar a la hora del crepúsculo por el campo, disfrutando del aire fresco y puro de la primavera del secano. De pronto, alguien nos vino a contar que había un corderito negro perdido, que a esa hora era imposible verlo, y que si no lo encontraban, moriría de frío en la noche. Su estúpida madre balaba por allí sin resultados. La Ruperta se ofreció, entonces, para darle una manito a la oveja. Se inspiró un momento, puso una cara ad hoc, y lanzó un balido tan elocuente que, casi al instante, sintió que llegaba brincando, a restregarse contra sus piernas, el corderito perdido, negro y motudo, como de astracán. Hubo que desatracarle la bestezuela que, estúpida igual que su madre, no quería irse con esta.
Ítem más: en otra ocasión, paseando bajo el parrón, vimos unos pavos que engordaban, inocentemente, con uvas, y la políglota Ruperta tuvo la idea de gritar "¡gulú, gulú, gulú!". Los interlocutores válidos levantaron todos la cabeza y contestaron de inmediato, en estentóreo coro: "¡gulú, gulú, gulú!". El diálogo quedó entablado y se prolongó por largo rato. Hubo algunos entusiastas que, sacudiendo con el esfuerzo la carcasa, estiraban desmesuradamente el cogote para gritar más fuerte. Mi mujer se convenció, al fin, de que los pavos estaban decididos a decir la última palabra, por lo que puso término a sus intervenciones. Se restableció la paz, y volvieron todos aquellos pajarones a picotear sus uvas, sin sospechar que, observados con ojo avieso por la cocinera, cavaban su tumba con el pico, como cualquier francés.
La aventura ovina nos llena de sentimientos contradictorios en esta época, en que todavía hay corderitos jóvenes, con los cuales podría Su Mercé practicar la siguiente fórmula.
Cordero en crema de ajoDesgrase bien 2 kg de pulpa de cordero. Frótela con sal, tomillo seco y pimienta. Dórela en tiesto grande con aceite de oliva. Añada ½ kg de dientes de ajo pelados (que formen una sola capa alrededor de la carne). Sal. Agregue 1,5 dl de caldo de pollo. Cueza a fuego suave 45 minutos, sacudiendo la olla de vez en cuando para que no se pegue el ajo. Agregue más caldo si hace falta. Lista la carne, retírela y resérvela caliente. Vierta a la olla ½ lt de crema líquida. Caliéntela suavemente 2 minutos para que pierda el sabor a crudo. Ponga todo el contenido de la olla en la licuadora y licúe, tamizando luego por cedazo fino. Reserve caliente. Corte un pan de campo ("boulot") en rebanadas y úntelas con la salsa de ajo y crema. Gratínelas al grill. Rocíelas con aceite de oliva y sírvalas con el cordero cortado en tajadas. Lleve la salsa caliente a la mesa. Comen 8.