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Cartas
Miércoles 15 de octubre de 2014
Testigo privilegiado
Señor Director:
Soy testigo privilegiado de lo que está viviendo la Iglesia Católica Universal hoy en Roma, en el Sínodo Extraordinario sobre la familia, donde el lunes se liberaron las primeras reflexiones después del intenso trabajo de la semana.
Lo que más me impresiona es la libertad que el Papa Francisco les dio a los Padres Sinodales: No tengan miedo a ser etiquetados, hablen claro, no se callen, que el Papa custodia la Fe. Dio tres directrices: escuchar, discutir y, sobre todo, mirar a Cristo y su evangelio. El Papa Francisco no se asusta del debate; por el contrario, lo anima, lo deja abierto, se interesa por una iglesia realista y con apertura pastoral.
La familia es escuchada en su complejidad, realidad "decisiva y valiosa", "seno de alegrías y pruebas", de afectos profundos y de relaciones heridas. El individualismo exasperado, "la gran prueba de la soledad", "la afectividad narcisista", unida a la "fragilidad" de los sentimientos; la "pesadilla" de la inseguridad del empleo, junto con la guerra, el terrorismo, la migración, deterioran a la familia.
Me impresiona además en el diálogo sinodal la voluntad de reconocer lo positivo, lo bueno que hay en las personas y en las instituciones. "Se hace por lo tanto necesario un discernimiento espiritual acerca de las convivencias y de los matrimonios civiles y los divorciados vueltos a casar. Compete a la Iglesia reconocer estas semillas del Verbo dispersas más allá de sus confines visibles y sacramentales". La Iglesia debe ser una "verdadera casa paterna", antorcha en medio de la gente. Se anima a los cónyuges a abrirse al don de los hijos. Asume el desafío educativo y la responsabilidad de apoyo a las familias.
En cuanto a las personas homosexuales, se hace hincapié en que cuentan con "dones y talentos que ofrecer a la comunidad cristiana". La Iglesia debería ser para ellos "casa acogedora". Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración el apoyo mutuo, el sacrificio y el soporte para la vida en pareja, mostrando especial preocupación hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo.
Esta semana el Sínodo Extraordinario continúa en grupos de trabajo por lengua, y al finalizar nos ofrecerá un documento que servirá de base para el trabajo en cada diócesis y para el Sínodo Ordinario que se realizará en octubre de 2015.
Mi conclusión personal es que el trabajo de las iglesias locales es fundamentalmente pastoral, acoger con misericordia, con amor las diversas realidades, así como ya lo está haciendo en Chile "Padis", Pastoral de la Diversidad Sexual.
Mónica Jiménez de la Jara