Esta película es lo que se llama un spin off, una derivación a partir de una costilla y de una vértebra.
La muñeca que aparecía como un adorno lateral y siniestro en "El conjuro" (2013) es ahora el motivo central de una nueva película de terror. Una película donde el nombre de James Wan está en el centro del negocio.
Wan, director de "El conjuro" y de "La noche del demonio" (2010) y su secuela, ahora ejerce como productor. Una fórmula que ya practicó con "El juego del miedo" (2003), director y autor de la historia, pero luego productor ejecutivo de sus seis secuelas.
Este es un universo de números, donde las cifras de Wan son música para el oído en cualquier industria, por el poco gasto y la mucha ganancia.
"La noche del demonio": un millón y medio de dólares de producción y 97 de recaudación. Su secuela: 5 y 161. "El conjuro": 20 y 318.
Wan se ha convertido en una marca y en el origen de "Annabelle" está el cine que se estruja, exprime y se cuela con precuelas, remakes, secuelas, franquicias y spin off.
"Annabelle" es poco dinero para Hollywood y una inversión que ronda los cinco millones de dólares; y la tercera oportunidad de dirigir para John R. Leonetti, cuya trayectoria y pergaminos son los de director de fotografía desde hace casi 25 años. Desde "Chucky, el muñeco diabólico 3" (1991) o "Locademia de pilotos 2" (1993) a "Piraña 3D" (2010) y las últimas películas de James Wan.
La época de "Annabelle" es 1970 y son las noticias, objetos y revistas de la época: un ejemplar del Reader's Digest, seriales en blanco y negro, una televisión con antena donde se interrumpe la señal, comunidades hippies y los asesinatos de la pandilla de Charles Manson.
El antecedente más nítido de la historia es una película emblemática de esos años: "El bebé de Rosemary" (1968), solo que ahora no es Nueva York, sino Pasadena, California; y el director, por cierto, no es nadie que se parezca a Roman Polanski y solo se trata del bueno y esforzado de Leonetti.
Mia (Annabelle Wallis) es la madre embarazada y su esposo le compra antojos y regalos sorpresa, donde el último es la muñeca diabólica.
La película tiene un puñado de imágenes para el salto y el espanto: la máquina de coser eléctrica con la aguja que está por perforar uno o dos dedos; el ascensor que abre y cierra sus puertas, pero que no se despega del sótano oscuro, y un espíritu maligno que corre como niña y salta como mujer cuando atraviesa una puerta.
Hay un cura entre medio, el padre Pérez (Tony Amendola), y Evelyn (Alfre Woodard), una librera, es la vecina que puede ser buena o mala.
En rigor faltó algún exorcista de tomo y lomo, más gasto, mejor personal y mayores ingredientes en la cundidora, que al menos gira, pero pobremente.
El final es abierto y lo de "Annabelle 2" es una posibilidad remota, pero el cine, en el mar de números y cálculos, siempre ha sido molde, reproducción y continuidad.
"Annabelle". EE.UU., 2014. Director: John R.Leonetti. Con: Annabelle Wallis, Ward Horton, Alfre Woodward. 98 min. Mayores