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Editorial
Martes 30 de septiembre de 2014
Desafíos demográficos
No parece prudente sustentar nuestro futuro demográfico solamente en la inmigración; de allí la necesidad de enfrentar con decisión nuestra decreciente natalidad...
La acentuada baja de la tasa de natalidad -en niveles inferiores al índice de reposición de 2,1 hijos por madre- en la mayoría de los países desarrollados, e incluso en vías de desarrollo, como el caso de Chile, plantea importantes desafíos para las sociedades afectadas. Si bien el análisis respecto de sus consecuencias suele abordarse desde la perspectiva económica, en cuanto al impacto en la disminución de la mano de obra y las distorsiones que implica contar con una población pasiva mayor a la activa con los consiguientes costos para el Estado, comienzan también a hacerse evidentes otros aspectos que van a incidir de manera determinante en el futuro de los pueblos, como en sus características culturales e identidades.
La realidad internacional da cuenta de los profundos cambios que se producen al interior de las sociedades con la llegada masiva de inmigrantes y los desafíos que ello plantea, por una parte, en la capacidad de inclusión social y cultural, como también en el proceso de adaptación e incorporación al país de acogida de estos nuevos residentes.
Muchos países han experimentado en las últimas décadas -y Chile en años recientes- un aumento considerable de las corrientes inmigratorias al convertirse en foco de interés para quienes buscan oportunidades laborales y de mejoría en su calidad de vida. La disminución demográfica unida a la demanda por mano de obra producto del desarrollo económico convierte a dichos países en destinos atractivos.
En Chile, la tendencia inmigratoria ha ido en permanente aumento. Se estima en alrededor de 440 mil los extranjeros con residencia permanente, de procedencia mayoritariamente sudamericana. Las mayores comunidades provienen de los países vecinos, principalmente peruanos, que representan el 38 por ciento. Al respecto, la encuesta Bicentenario consigna una opinión favorable de la inmigración legal, aunque menor en aquellas zonas del país donde reside un mayor porcentaje de extranjeros, y una marcada demanda por estrictas medidas contra la inmigración ilegal. Este creciente fenómeno inmigratorio debiera ser afrontado con políticas efectivas que permitan acoger a quienes eligen a Chile como destino, especialmente trabajadores calificados y profesionales. Sin embargo, no parece prudente sustentar nuestro futuro demográfico solamente en la inmigración; de allí la necesidad de enfrentar con decisión nuestra decreciente natalidad.
Para Chile, la disminución de su tasa de nacimientos implica retos aun más acentuados debido a su menor tamaño en cuanto a número de habitantes, lo que significa mayores esfuerzos por revertir -a través de políticas públicas de fomento de la maternidad- la actual tendencia demográfica, considerando que su resultado no se percibirá hasta la próxima generación.