No sé si será bueno que un país envejezca. En Alemania, el segundo país más "envejecido" del mundo, o sea, el que tiene un promedio de edad mayor (44,3 años), los científicos están mirando el vaso. Y lo ven medio lleno.
Una población mayor -se afirma en un artículo publicado en el último número de la revista Plos One- tiene más años de educación, por lo tanto, su productividad es mayor.
Mi querido profesor Alejandro Valdés me advirtió, hace unos 20 años (él debe haber sido unos 15 años mayor), que con el paso de los años, uno se volvía menos productivo.
Yo tiendo a pensar más como el profesor Valdés que como los de Plos One.
El artículo tal vez se refiera a la población entre los 30 y los 60 años como más educada, más productiva. Otros estamos en otro rango.
También Plos One afirma que la población mayor usa menos aparatos que necesitan energía; además, que los descendientes heredarán más tarde con lo que recibirán un pozo financiero para su vejez. Son ventajas.
Me golpeó una observación de la revista: señala que el conjunto tendrá mejor calidad de vida, ya que aumentará el tiempo de ocio.
"El ocio, la base de nuestra cultura", escribió Joseph Pieper.
En una entrevista, la creadora María Elena Wood declaró que en su descanso gustaba de mirar las hojas de los árboles al viento.
Es como mirar el mar.
El tiempo, el inhalar, el exhalar van generando un instalarse frente a los quehaceres, frente a la productividad.
La semana pasada en Santiago estuve en el "Show del Futuro" de Intel, la quinta empresa en el mundo -según ellos- que invierte en investigación y desarrollo. Tienen que hacerlo o mueren; logran gran productividad. Ellos entregan procesadores, chips, cada vez más poderosos o más especializados.
Vi equipos diseñados por si las industrias quieren copiarlos, que tienen en su corazón, tecnología Intel, procesadores diversos.
Varios de los equipos eran módulos, como ingredientes de una receta, para que creadores pudieran utilizarlos según su ingenio. Como el chileno que ideó una conexión amigable entre la mamá y su guagua, separada en una incubadora.
Tarjetas, unidades de procesamiento, procesadores del tamaño de un pulgar que incluyen wifi, Bluetooth, memoria y que motorizan aplicaciones por inventar.
Todo esperando el "¡Eureka!".
Bueno, el Eureka brotó del ocio, de un baño de Arquímides. Agatha Christie, la autora de novelas policiales, las pensaba en su bañera, comiendo manzanas.
Las tecnologías abiertas, esos motores a mi disposición, pueden servirme para construir o proponer ideas, soluciones, no quedarme en el inhalar y exhalar.
Ah. Capaz que haga brotar mi ocio.