Señor Director:
El fin de la reforma educativa es un bien en cuanto perfecciona a la sociedad y es común en cuanto afecta a todos los ciudadanos. Para definirlo se requeriría, entonces, que cada persona tuviera conciencia clara del fin, de sus exigencias, de los medios que se dispone para alcanzarlo y del rol de cada uno frente al fin y a los medios. Dada la diversidad de roles, especialidades, experiencias o capacidades, surgen antinomias y, en ese momento, se debe pedir a grupos reducidos (en algunos casos muy especializados) que diseñen propuestas específicas que luego sean analizadas en instancias en las cuales exista la máxima participación posible (como la "mesa directa" que solicita la presidenta de la FECh en
carta del domingo).
Los especialistas deben usar toda la información pertinente (tomando en cuenta su validez y confiabilidad) para realizar estimaciones del eventual impacto y costos (económicos y sociales) de las intervenciones que propongan. Por eso se debe seleccionar aquellos que han investigado lo ocurrido en reformas realizadas en muchos países. Si bien sus opiniones serán subjetivas, permiten identificar las propuestas de cambio que se deben mirar con cuidado porque parecen razonables al aficionado, pero no a los especialistas.
Por ejemplo, los especialistas consideran que la "peruskoulu", escuela comprensiva básica de nueve años establecida en 1972, fue un elemento esencial para mejorar los demás niveles de la educación en Finlandia. También la escuela básica de ocho años establecida en Chile en 1967 (en vez de la primaria de seis años) impulsó el crecimiento de la media y superior, pero faltó mejorar la formación inicial de los docentes y (como no se consultaron especialistas) en 2017 volveremos al antiguo sistema.
También se debe considerar la interacción entre diversas estrategias. El salario que ofrece Finlandia al profesor que comienza su carrera equivale al 95% del PIB per cápita. Un nivel similar en Chile sería de $ 900 mil por mes. Este nivel tendría un costo adicional de unos US$ 1.000 millones por año y, para estimar el costo-efectividad de esta estrategia, se necesitaría precisar cuidadosamente las condiciones que se cumplirían para recibir el incremento.
Pero el impacto puede ser mucho mayor si, junto con elevarse la capacidad de los que ingresan a Pedagogía, mejora la formación inicial docente (para lo cual se debe tener formadores con buenos doctorados en educación).
El costo de traer especialistas para que informen de las propuestas es muy pequeño en relación con los montos de ponerlas en práctica y al tiempo que se perdería por no seleccionar las que el país realmente necesita.
Dr. Ernesto SchiefelbeinRector Universidad Autónoma de Chile