Señor Director:

Hace algunos días recibí la carta anual de mi isapre comunicando el alza en el precio base de mi plan. Venía acompañada de un estudio encargado a terceros que avalaba las razones: un aumento en los costos de las prestaciones y del uso de licencias médicas. En la carta, la isapre también explica que el sistema opera sobre una "base solidaria", por lo que las personas que requieren de menos prestaciones de salud apoyan a aquellas que tienen más necesidades.

Dicho de otro modo, aunque como individuo tenga muy baja siniestralidad, igual tengo que pagar más, porque no pueden discriminar entre tipo de usuarios. Pero en la página siguiente viene la tabla de factores, y la discriminación es patente: he pagado y seguiré pagando más que un hombre durante toda mi vida laboral, solo por ser mujer. ¿Dónde quedó la solidaridad del sistema?

En Chile, según la Casen, el 39% de los hogares son sostenidos por mujeres. Las cifras de la Superintendencia de Pensiones publicadas en "El Mercurio", muestran que en promedio, las mujeres ganan un 20% menos que los hombres haciendo el mismo trabajo, diferencia que se acentúa en los estratos profesionales. En palabras simples, las mujeres ganan menos, pagan una salud más cara, y en el caso de ser jefas de hogar, además se hacen cargo de sus hijos. Junto con esto, cotizan menos años en el sistema, tanto por el tiempo que dedican a la crianza como por la edad de jubilación, por lo que al final tienen pensiones más bajas que los hombres. Y aunque aumentar la edad de retiro a los 65 años parece lógico, hay que preguntarse si realmente existen buenas alternativas laborales para las mujeres después de los 60 años que les permitan revertir la situación.

Creo que la moda de hablar de "chilenas y chilenos" no hace más que marcar las graves diferencias de género que hay en el sistema, que nada tiene de solidario ni igualitario. Ojalá nos trataran a todos de chilenos y punto.

María Teresa Aguirre M.