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Editorial
Lunes 22 de septiembre de 2014
Ideas para la educación estatal
El diseño de un nuevo modelo de organización de la educación pública debe ser flexible, con el fin de reconocer estas experiencias exitosas, y no abortarlas cuando están en pleno desarrollo...
En un número importante de países, Finlandia por ejemplo, la educación estatal depende de los municipios. En Chile también sucede así, pero eso se quiere modificar. En el programa del actual Gobierno se propone un Servicio Nacional de Educación del cual dependen servicios locales que reúnen a las escuelas y liceos estatales. Es un modelo difícil de encontrar en otras naciones y que se asemeja más bien a la organización de la salud pública en Chile. Una ventaja de su vinculación con los municipios es que le da, eventualmente, un carácter más democrático y de cercanía con la población, algo que es bastante habitual en la experiencia comparada en el caso de la educación estatal. El modelo alternativo que se estaría proponiendo en Chile es al respecto mucho más difuso.
Se ha levantado la crítica de que el municipio chileno no parece tener la capacidad de gestionar la educación estatal, a diferencia de lo que ocurriría en otras latitudes. Sin embargo, esta aseveración debe ser examinada. El municipio, en las experiencias internacionales exitosas, parece prestar un soporte más bien administrativo, mientras que los establecimientos tienen directivos empoderados y funcionan con altos grados de autonomía. Al mismo tiempo tienen procesos rigurosos de preparación y selección de docentes y a estos, además, los forman continuamente.
En Chile hay también unos pocos municipios que han adoptado estas prácticas. Un caso interesante es el de Las Condes, que se propuso mejorar los desempeños de sus planteles, y otro ejemplo anterior relevante es el municipio de Ñuñoa. Para ello, Las Condes les otorgó autonomía y también decidió preparar permanentemente a sus docentes. Asimismo, se creó un Centro de Aprendizajes que, entre otras funciones, se preocupa de reforzar a los niños que van quedando rezagados. Esta última práctica es habitual en países con sistemas educativos exitosos, y el nuestro está muy atrasado en esta dimensión. Los desempeños han mejorado en diversos ámbitos, incluyendo el Simce y la PSU. Ello se ha logrado a pesar de que la mayoría de los niños y jóvenes que asisten a los establecimientos municipales son vulnerables. Aún hay espacio para mejorar, pero existe una estrategia de largo aliento que muestra que la educación municipal puede mejorar si se lo propone.
Es cierto que ese municipio invierte un monto muy importante por encima de la subvención educacional. Pero ello es un reconocimiento, por una parte, de que Chile ha invertido históricamente poco en educación escolar y que ahora que hay recursos disponibles, como consecuencia de la reforma tributaria, es indispensable priorizar bien la inversión de esos fondos y, por otra, de que los mayores recursos rendirán frutos solo si son bien utilizados. El diseño de un nuevo modelo de organización de la educación pública debe ser flexible, con el fin de reconocer estas experiencias exitosas, y no abortarlas cuando están en pleno desarrollo.