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Editorial
Sábado 20 de septiembre de 2014
Temas económicos
"En tiempos en que el país debate reformas estructurales es fundamental no olvidar el papel que ocupan los empresarios en la sociedad. A través de la iniciativa privada, ellos no solamente generan empleo, sino que buscan agregar valor..."
La dimensión empresarial
Esta semana el mundo empresarial vio partir a dos figuras excepcionales, Emilio Botín e Isidoro Álvarez. El primero transformó al Banco Santander, originalmente una institución regional controlada por su familia, en uno de los bancos más importantes del mundo (en el 2013, la revista Forbes ubicó al banco en la posición 43ª de las compañías más grandes del planeta). El segundo -quien ocupó desde 1966 el máximo cargo ejecutivo de El Corte Inglés, para luego, en 1989, ser su presidente- fue un factor clave en transformar la pequeña sastrería fundada en 1890 en Madrid en la tienda de departamentos más grande de Europa y la cuarta en el mundo.
La labor transformadora de estos dos empresarios ilustra el poder del emprendimiento y la innovación, así como también las oportunidades que brinda un modelo económico basado en la competencia de los mercados y la integración internacional. El esfuerzo, la ambición y el deseo de éxito son fuerzas que, bien coordinadas y organizadas, pueden crear inmenso valor agregado.
La creación de la riqueza
En el mundo desarrollado, la creación de riqueza por parte de los individuos es considerada un pilar fundamental en el camino al progreso. La generación de empleos, las mayores ventas y el éxito frente a la competencia por parte de los empresarios son apreciados e incentivados. En ese contexto, nadie cuestiona que quienes puedan emprender e innovar lucren del proceso. Esta es la visión de una economía moderna.
Lamentablemente, el punto ha sido dejado de lado en el debate nacional. No son pocos los que, bajo el argumento de la desigualdad, intentan obstaculizar la iniciativa privada.
Ello fue recordado por el economista de la Universidad de Harvard, Niall Ferguson, durante su reciente visita a Chile. El experto acertadamente planteó que lo relevante en la discusión de la desigualdad no debe ser el porcentaje del producto que está asociado a los más ricos de un determinado país, sino las oportunidades que ofrece la sociedad para permitir que cualquier individuo con las capacidades, en base al esfuerzo y respetando las reglas y leyes de una economía de mercado, pueda alcanzar el éxito económico.
Un análisis de la lista de los 400 individuos más ricos del mundo, según la revista Forbes, permite ilustrar este punto. Mientras el 21% de los miembros del selecto grupo nació en hogares con niveles de riqueza tales que automáticamente los hacían parte del top 400, un 35% proviene de familias de ingresos bajos y medios. El caso de Larry Ellison es uno de los mejores ejemplos. El fundador del gigante Oracle creció junto a su tía en un barrio de clase media en Chicago y desertó del sistema de educación superior antes de llegar a ser considerado dentro de los 5 hombres más ricos del planeta. Su talento como programador y una visión extraordinaria respecto de los desafíos tecnológicos de las empresas permitieron que su compañía, fundada en 1977, se transformara en líder mundial en la tecnología de información, modificando para siempre la forma en que las empresas y personas se comunican e interactúan. Ellison hizo noticia esta semana al decidir dejar el cargo de CEO de la empresa, luego de casi cuatro décadas en dicha posición. Se estima que posee una fortuna superior a los US$ 45.000 millones.
Otro caso digno de destacar es el de Jack Ma, el hombre más rico de China. Su compañía de comercio electrónico Alibaba hizo noticia esta semana al estrenarse en bolsa rompiendo todos los récords de Wall Street. Jack Ma, alguna vez rechazado por varias empresas de su natal Hangzhou (este de China), ha logrado construir un imperio no en base a su riqueza familiar o su potencial intelectual (en dos oportunidades falló el examen de admisión a las universidades), sino a su pasión por la tecnología e internet, una capacidad organizacional excepcional y su disposición a tomar riesgos, que explican su éxito. Quien conoció internet en un viaje a Estados Unidos en 1995 como traductor de un hombre de negocios, y fundó en 2001 una empresa con US$ 60.000 que recolectó de amigos (muchos que consideraron que su idea era una locura), hoy dirige una plataforma de ventas que tiene mayores utilidades que e-Bay y Amazon juntas.
El círculo virtuoso del éxito empresarial
Un país solo es próspero en la medida en que lo sean sus ciudadanos. El emprendimiento es uno de los mecanismos para generar esa prosperidad. En último término, la vocación laboral del empresario -ese que crea y administra compañías, no el que las compra para venderlas- es generar valor agregado. Este es el motor fundamental tras el dinamismo de las economías. En momentos que el país debate cómo capear en el corto y mediano plazo una profunda desaceleración, y busca, en el largo plazo, generar mayores oportunidades para la población, parece prudente recordar la tremenda contribución que significa la iniciativa privada. Mal que mal, ha sido parte integral de nuestro exitoso proceso de crecimiento y desarrollo.