Chile tiene una tasa de cobertura escolar que destaca en el concierto latinoamericano, y su tasa de graduación de educación secundaria, de acuerdo con el último Panorama de la Educación de la OCDE, es un 84 por ciento, equivalente al promedio de los países de esa organización y 20, 37 y 43 puntos porcentuales por encima de Brasil, México y Argentina, respectivamente. Esta excelente cobertura no deja de ser sorprendente si se considera que se ha logrado con una relativamente baja inversión del Estado, a pesar de que esta ha ido subiendo en los últimos 25 años. Como porcentaje del PIB, el gasto público en educación escolar -excluyendo parvularia y educación superior- alcanzó en 2011 el 2,9 por ciento. Eso contrasta con un promedio de la OCDE de 3,6 por ciento.

Una explicación importante, aunque no la única para este desarrollo, ha sido la alianza que desde hace mucho tiempo ha tenido el Estado chileno con el sector privado. Esta alianza tiene cierta similitud -guardando las distancias- con las concesiones. Los privados aportan infraestructura que financian, en muchos casos, con una parte de la subvención que reciben. Es así como, en particular, el sector con fines de lucro ha sido capaz de crecer de manera importante en los lugares más vulnerables, que son siempre más difíciles de incorporar, complementando la labor de los municipios. Los planteles particulares sin fines de lucro han tenido una participación menor en las zonas más vulnerables, remitiéndose a un conjunto acotado de fundaciones que han incursionado en esos sectores. Así, aproximadamente dos tercios de todos los alumnos prioritarios que educan los colegios particulares subvencionados estudian en establecimientos con fines de lucro.

No sorprende, entonces, que un estudio de la Fundación Acción Educar haya encontrado que en 56 comunas del país -un 16 por ciento del total- la única alternativa a establecimientos municipales sean colegios con fines de lucro. Son estas realidades las que contribuyen a explicar, además, que el 36 por ciento de la matrícula escolar se eduque en estos establecimientos. Ahora, estos colegios no solo han contribuido a aumentar la cobertura. Un buen número de ellos también presenta, de acuerdo con la evidencia recogida por otro estudio -esta vez del Centro de Estudios Públicos-, muy buenos desempeños educativos. Por cierto, no todos los colegios de estas características tienen buenos resultados, pero ello también es cierto en colegios sin fines de lucro y en escuelas y liceos municipales.

La reforma educacional en curso no hace mayor esfuerzo por atender a esta heterogeneidad y no parece haber evaluado las posibles consecuencias de una iniciativa que no distingue las diversas realidades que coexisten en el país. Aunque el Gobierno ha mostrado, como sugieren las indicaciones presentadas, mayor flexibilidad para adaptarse a la realidad observada, sigue existiendo mucho de voluntarismo en sus iniciativas.