No es nada nuevo, pero no deja de llamar la atención. Colo Colo es -junto al Temuco de Marcelo Salas- una sociedad anónima en la que el sillón principal del directorio es ocupado por un especialista. No por un empresario o financista, sino por un experto en materias futbolísticas: Arturo Salah.
Aun así, no hay nada plácido para los albos, que igual se han equivocado en tomar decisiones importantes, como contrataciones de jugadores o planificación de procesos. Esta semana, de hecho, se produjo una fisura importante en las relaciones internas cuando Arturo Salah, en una entrevista en La Tercera, insinuó que al entrenador Héctor Tapia le faltaba consolidarse y que al equipo se le podía hacer un reproche básico: le cuesta cerrar los partidos.
Pero, interpreto, lo que más le dolió al cuerpo técnico fue una declaración extraña viniendo de una persona como Salah, un histórico defensor a ultranza de los procesos a largo plazo. Consultado sobre la continuidad de Tapia en 2015, señaló que "en el fútbol uno no puede proyectarse más allá del corto plazo. Esta es una actividad muy veleidosa". Y aunque luego agrega que "quisiéramos que 'Tito' esté mucho tiempo. Más allá de los nombres, la idea es establecer una estabilidad y una política técnica permanente, que no tenerla le hizo mucho daño a Colo Colo". Es evidente que se esperaba una defensa más férrea de la tarea que actualmente desarrolla la dupla técnica compuesta por Tapia y Miguel Riffo.
Más allá de las verdades que contiene la declaración, lo sorprendente es que venga de Salah. Y en su "más allá de los nombres" con que matiza luego, hay una espina para la delicada epidermis del banco técnico colocolino, que anda viendo conspiraciones, cambios de horario mañosos, gallitos internos, exceso de pupilos convocados a las selecciones nacionales y malas intenciones por doquier. El estilo quejumbroso de Tapia contradice sus capacidades y el estupendo aprovechamiento que hizo de la oportunidad que le brindaron. Tiene vocación para ser líder, para comandar grupos y para encabezar trabajos, pero no debería recurrir a los enemigos externos ni internos a cada rato para consolidar su labor y unificar al grupo.
Hace mucho tiempo que la lucha por un torneo sin playoffs no enfrentaba a Colo Colo y a la U. Eso significa una confrontación permanente en las fechas que quedan y obliga a muchos ejercicios. A no repetirse periodísticamente, a planificar adecuadamente la seguridad, a pensar los dichos en las trincheras para mantener la disputa sin distorsionarla. Y a mirar hacia dentro en dos instituciones que marcan rumbos. En Colo Colo, donde abundan especialistas tomando decisiones, una cosa vuelve a quedar clara: habrá más cornadas que nunca, aunque se traten entre colegas.