Almaceno mis fotos digitales, y el computador me pide identificar las caras. Tipeado el nombre, la máquina lo asocia al rostro. La próxima vez que aparece, me pregunta si se trata de Magdalena, o de Martín, o de algún otro de mis conocidos ya inscritos.
Admirable.
Se equivoca. Me ha preguntado si mi hija es mi mujer. ¡Bien por mi mujer, mal para el computador!
Se le perdona. ¡Cuántas veces uno se confunde! Cuando quedé en pana en la plaza Italia y se detuvo mi compadre Jorge San Martín a ayudarme, lo traté durante toda la operación como si fuera mi amigo Eduardo Ravani, del Jápening con Já. A Jorge nunca le gustó que lo confundiera.
Al revés del proceso de decadencia que sufre mi memoria de rostros, los sistemas de reconocimiento digital de caras se perfeccionan.
Hace exactamente dos lunes, el profesor Domingo Mery, de la Escuela de Ingeniería de la UC, ganó la distinción al mejor trabajo presentado en una conferencia en Zurich sobre identificación por computador, pero identificación tomando en cuenta características "suaves".
El profesor Mery me explicó esto de "biométrica suave" (soft biometrics). Por contraste, según él, hay muy buenas herramientas para identificar rostros si la cámara los toma de frente, como en el pasaporte: eso es "biométrica dura". Así no es gracia reconocer.
Si Martín, nieto diablo, cae bajo el ojo de una de las cámaras de seguridad que podría tener en mi cocina, y él, Martín, a escondidas le pega su mordiscón a la torta de $24 mil, el computador con "biométrica dura" no podrá identificarlo. Martín nunca dio la cara frontalmente hacia la cámara.
Pero si el computador que identifica rostros está equipado con mecanismos de biometría "suave", apuntará a Martín como el probable glotón.
Poquísimos centros en el mundo trabajan en biometría "suave".
La biometría "suave" se fija en rasgos como edad, barba, maquillaje, género, anteojos, etnia, color de pelo, color de ojos, largo de los brazos y piernas, altura, peso, gestos, y más. Súper difícil de combinar tantos factores, pero de eso se trata.
El profesor Mery es tenaz; ganó su doctorado en Alemania porque ideó un programa de computador que identificaba, mediante una cámara de rayos X, fallas en las llantas de los autos. Después logró el reconocimiento de armas ocultas en los controles de aeropuertos, también con rayos X.
Ahora investiga por un año en los laboratorios de la Universidad de Notre Dame, la de los curas del colegio Saint George, en EE.UU. Me escribió después de que lo felicité por su premio. Me dijo que estaba aprovechando al máximo la visita.
Notre Dame tiene un gigantesco archivo de rostros de los más diversos tipos y con las expresiones más diferentes. Perfecto para ir probando su biometría "suave".
Mañana comienza en Berlín el "Future Security 2014". La identificación de terroristas bajo condiciones difíciles es tema. El profesor Mery no irá. Yo estaré cuidando a Martín y a cinco nietos más, porque sus padres se van de viaje. Esconderé la torta.