Señor Director:

En los últimos días nos hemos enterado de una serie de efectos negativos derivados de la manera en que el Consejo de Rectores incorporó el ranking de notas en el sistema de admisión a las universidades, que no fueron contemplados ni son parte de los objetivos de esta medida, aunque fueron oportunamente advertidos por autoridades, apoderados y alumnos.

Es importante tomar en consideración el ejemplo que nos dejan medidas de este tipo. La incorporación del ranking fue anunciada por el CRUCh a mitad del año 2012, y se aplicó de manera inmediata para el siguiente proceso de admisión. Pese a que desde su origen hubo voces que advirtieron algunos efectos negativos derivados de su mal diseño y exigieron que se discutiera y se modificara para evitar consecuencias no deseadas, no fueron escuchadas. Era una política bien intencionada, pero que al poco andar ha evidenciado efectos colaterales que podrían haberse evitado.

La lección es que las reformas deben discutirse con tiempo para analizar la evidencia, escuchar las propuestas alternativas y corregir lo que corresponda para que los objetivos se cumplan y la comunidad las comprenda. Esto aplica para la reforma educacional impulsada por el Gobierno.

La premura de presentar el proyecto de reforma escolar en los primeros 100 días de gobierno no era necesaria, y ha sido uno de los factores que han acrecentado la incertidumbre. Discutir y estudiar seriamente los efectos de las políticas públicas, así como hacerse cargo de las críticas, es una condición para que estas tengan éxito y para reducir el riesgo de tener que lamentar efectos negativos, que pueden apreciarse con claridad en el mediano y largo plazo, y que terminan por atentar contra los objetivos de dicha política.

Raúl Figueroa Salas
Director ejecutivo AcciónEducar