Como un experimento, la viña Portal del Alto muestra, hace dos o tres años, un cabernet cien por cien de su viñedo en Pirque, a unos ochocientos metros sobre el nivel del mar, en el Alto Maipo. Y no solo es eso, sino que además ese cabernet viene saliendo de las cubas de fermentación, aún sin entrar en crianza en barricas, lo que significa que los sabores son puros, todo el carácter fresco y vivo de los cabernet andinos en esa botella de experimento.
Mi fantasía -y la digo en voz alta al dueño de Portal del Alto, Alejandro Hernández- es que por favor embotellen ese vino tal como está. Aunque -al no tener madera- para el mercado solo signifique un varietal más, para mí y para otros que estamos asistiendo a ese pequeño momento de alegría, significa beber cabernet sin disfraces, y con una de las uvas más afamadas que se pueden tener en Chile de esa cepa: Grace Kelly sin maquillaje.
La idea, claro, no prospera porque el mercado impone lo siguiente: uvas que cuesta producir, que son de alta calidad y llenas de carácter, tienen que irse a barricas porque la barrica implica que el vino pueda venderse más caro y pagar el coste de esas uvas. Así es que, uno o dos años más tarde, luego de una extensa crianza en roble, esa delicia de vino se ha convertido ahora en un gran vino, un tinto vendido a un gran precio a un comprador en China. La pureza reemplazada por la complejidad.
Rara vez los consumidores tienen acceso a puro cabernet sauvignon chileno. O, mejor, rara vez los consumidores en el mundo tienen acceso a cabernet desnudos. El lugar común -acuñado con maestría por los bordeleses- dice que la cepa necesita de crianza. Dos años dicen los de Aquitania que tiene que criarse en madera para que el vino muestre su complejidad y sus texturas. Antes, los salvajes taninos del cabernet te cortan la lengua.
La influencia bordelesa en Chile es grande, así es que ese modelo se ha copiado. Y con mucho éxito. Varios de los mejores tintos que nuestro país produce hoy, son cabernet sauvignon. Y cabernet criados por largos meses en madera. Sin embargo, la duda persiste. ¿Es que es posible, ahora que todos se han puesto a hacer vinos raros, que al menos uno lance al mercado un cabernet de fruta de primera, pero sin nada que oculte esos sabores originales?
Y claro que habría que pagar más por ese vino, porque la uva es de alcurnia. Eso no se discute. ¿No les parece una buena idea? Puro cabernet del súper pituco Maipo Alto, por ejemplo, sin nada de barrica. Solo la uva convertida en vino. Cobren lo que quieran.
Pero mientras a alguien se le ocurre la idea, la única forma de probar la pureza del cabernet sauvignon chileno es irse bien abajo en la pirámide de precios, digamos, bajo los $3.000, allí en donde los costos no dan ni para robles ni nada: apenas unas duelas o chips de madera que -en el mejor de los casos- no llegan a tapar la fruta. Si el plan es conocer al cabernet en su estado más puro, yo que ustedes le echaba un vistazo a esta lista.