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Editorial
Miércoles 27 de agosto de 2014
Más urgencia para la educación estatal
El área que muestra mayor confluencia entre el movimiento estudiantil y la población es el fortalecimiento de la educación estatal. Paradójicamente es el área más débil de la agenda gubernamental...
Es evidente que la reforma a la educación escolar ha encontrado serios obstáculos, pues la población no parece compartir sus lineamientos centrales. Indudablemente, ello no significa que no quiera cambios profundos en esta área, pero espera algo distinto de lo que hasta ahora ha propuesto el Gobierno. El mundo político ha reaccionado a esta situación y ha pedido flexibilidad en la materialización de la reforma, petición que no solo proviene de la oposición, sino que también del propio oficialismo. Por cierto, en esta coalición también hay voces que exigen mantener el proyecto original en sus aspectos esenciales. En estas circunstancias el Ejecutivo ha estado buscando una manera de equilibrar las distintas posiciones, esfuerzo que debería tomar forma en las indicaciones que se han anunciado para el proyecto de ley y cuyo plazo vence el próximo 9 de septiembre.
El movimiento estudiantil ha insistido también en que el proyecto que pone fin a la selección, el lucro y el copago tiene que respetarse en sus aspectos centrales. Sin embargo, se les hace difícil sostener creíblemente que sus planteamientos representan a la ciudadanía, toda vez que esta ha mostrado posiciones divergentes o matizadas en todas las materias que ha levantado dicho movimiento. La fuerza que alcanzó este en su momento estuvo marcada por la baja confianza que la población depositaba en el Congreso y los partidos políticos. Se interpretó que esto ocurría porque estas instituciones no estaban atendiendo a las demandas ciudadanas. El movimiento estudiantil, en cambio, parecía haberse ganado la confianza de la población y representado mucho mejor sus necesidades.
A la luz de la evolución que ha tenido la política chilena desde 2011 y los antecedentes que se desprenden desde distintos estudios de opinión pública, es difícil seguir sosteniendo esa hipótesis. Así, el mundo político, particularmente el de la Nueva Mayoría, ha ido independizándose de los planteamientos estudiantiles y ganando en autonomía. El menor ascendiente de las organizaciones estudiantiles también se ha notado en las convocatorias a las marchas. Estas si bien aún movilizan a varios miles de personas, han perdido en fuerza y masividad, como quedó en evidencia en la marcha del último jueves.
Quizás el área que muestra mayor confluencia entre el movimiento estudiantil y la población sea el fortalecimiento de la educación estatal. Paradójicamente es el área más débil de la agenda gubernamental. Su agenda corta es una "repaquetización" de programas que venían de los dos gobiernos anteriores, y la agenda de más largo plazo aún no tiene signos visibles. Sin un planteamiento más nítido y un mayor esfuerzo para fortalecer este subsector educacional su crisis se acentuará.