Las palabras, de tanto usarse, pierden sentido. Todos hablan de empatía.
Empatía viene del griego y significa pasión. Significa tener una comprensión tan íntima que los sentimientos, pensamientos y motivos del otro son interpretados o sentidos de la manera como el otro los siente. Ser empático es poder sentir con otro.
Lo complicado de la empatía es que requiere sensibilidad y espacio. Sensibilidad para no asimilar lo que el otro siente a lo que yo siento. Espacio para escuchar bien y sin interferencias lo que el otro comunica. Nada fácil.
Mientras más de moda está la empatía menos posible parece ser empático. Es normal que en esta lucha por sobrevivir, el espacio para otros se haga cada vez más chico. Y que en esta soledad brutal del hombre moderno sea cada vez más difícil usar la comunicación como posibilidad de mera compañía, más que como una curiosidad genuina y profunda por el otro.
Las vidas ajenas son fascinantes si las miramos y preguntamos. No lo son si estamos ansiosamente preparando una respuesta o si solo escuchamos para comparar al otro con nosotros mismos. Porque entonces, la comunicación se trata de mí y no del otro.
Con frecuencia observo cómo la gente emite juicios en vez de hacer preguntas. Cómo no se toma tiempo para formarse una opinión. Cómo se lanzan a consolar al otro que no quiere ser consolado, sino acompañado. Eso hace imposible la empatía.
También veo que cuando alguien cuenta algo el otro se apresura a contar cómo y en qué circunstancias a él le paso lo mismo. La conversación se transforma en una seguidilla de anécdotas. Es entretenido compartir experiencias, es bueno consolar. Pero eso no es ser empático.
Porque si volvemos al origen, se requiere pasión para sentir con otro. No pasión por el otro necesariamente, pasión por el hombre como experiencia. Y para eso nos falta tiempo y espacio interno y hay mucho que hacer y estamos muy distraídos.
Por eso, cuidado con la palabra empatía. Es una palabra seria porque se refiere a procesos que implican mucha atención y curiosidad y procesamiento de señales y contenidos. Mejor hablemos de escuchar al otro, de acompañar cuando se pueda, de ser solidarios, de estar disponibles.
No de empatía.