Este diario publicó que un grupo de jugadores de la selección Sub 17, que se prepara para el Mundial de la categoría de 2015, fue marginado por no cumplir una instrucción del entrenador Alfredo Grelak. Ellos debían entregar, a través de WhatsApp, una información simple a su cuerpo técnico: cuántos minutos jugaron y en qué posición lo hicieron durante la fecha del fin de semana.
La nota advertía que el procedimiento ya se había utilizado antes de la gira a México, luego de comprobar que todos los jugadores usaban teléfono celular y se comunicaban a través de la red social. La medida, de acuerdo con lo que dijo Grelak en Radio Cooperativa, buscaba dos objetivos. El primero, simple y pragmático: tener claro lo que hizo cada uno en sus clubes, porque el lunes entrenaban y así podían optimizar las prácticas.
Algunas voces cuestionaron que era labor de los entrenadores ver los partidos. Es cierto, pero muchas veces resulta imposible estar en todos los encuentros, más aún si se juegan de manera simultánea o fuera de Santiago.
El segundo punto era el más relevante. La formación de hábitos, de disciplina, de compromiso con un proyecto. Porque ser profesional del fútbol no significa solo recibir un sueldo. Implica estar empapado de la actividad, comportarse seriamente fuera de las horas de entrenamiento. Algo que, como hemos sabido y comprobado en los últimos años, es quizás la mayor asignatura pendiente de un grupo importante de nuestros jugadores, incluso de los de élite.
El WhatsApp al preparador físico Alejandro Tocalli no era flojera del cuerpo técnico. Apuntaba al compromiso de todos los integrantes del plantel con el objetivo final. Generar responsabilidad. Alguna vez, conversando con Guillermo Yávar, crack del fútbol nacional y entrenador, me explicaba por qué tenía fama de duro con los jugadores: "Si la citación a la cena es a las 20, es a las 20 horas, no a las 20:05; si la hora de entrenamiento es a las 10 significa que a las 10 estamos en la cancha. Porque si llegas tarde a entrenar o a la charla, lo más probable es que llegues tarde a la cobertura de tu compañero o no te comprometas en la presión. El fútbol es un todo", decía.
No hay que quedarse en la anécdota. Luis Bonini, el preparador físico de Marcelo Bielsa, confesaba en estas páginas que uno de los mayores problemas que tuvieron con los jugadores locales fue su impuntualidad. Un rasgo distintivo de nuestra sociedad, pero que en el fútbol denota irresponsabilidad. Los técnicos nacionales suelen comentar que en las mesas de concentración el grueso de los jugadores habla de cualquier cosa, menos de fútbol. Que la tendencia varía cuando se acerca el retiro y los veteranos apuntan a la extensión de la carrera en sus distintos ámbitos.
Pero ojo, la carencia de sentido del deber no es solo patrimonio de los futbolistas. Un amigo, profesor en una prestigiosa universidad tradicional, recibió un correo del delegado de curso pidiendo aplazar el examen. ¿Motivo? "Quedamos demasiado deprimidos con la eliminación de Chile en el Mundial". "¡Plop!", dijo el académico.
Una prueba más de que vivimos en el reino de la buena onda, donde todos tienen derechos, pero muy pocos deberes.