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Editorial
Viernes 22 de agosto de 2014
Necesaria formación ciudadana
La temprana formación en actitudes cívicas como el respeto hacia los demás y el cumplimiento de las normas establecidas, entre muchas otras, contribuye a una sana convivencia en democracia...
La alta abstención en las elecciones tras la aprobación del voto voluntario -tanto en las municipales como en ambas etapas de las presidenciales- confirmó el diagnóstico acerca de la creciente indiferencia de la ciudadanía respecto del acontecer político. A poco más de dos décadas del retorno de la democracia, el comportamiento de un electorado cada vez más crítico de las actividades políticas y poco comprometido con el deber cívico básico en un sistema democrático representativo es un tema que debiera ser analizado a fondo.
Si bien los niveles de participación registrados en las recientes elecciones no difieren mayormente de los de otros países donde el voto es voluntario -como Estados Unidos y Colombia, que también muestran índices en torno al 50 por ciento-, preocupa, sin embargo, el desconocimiento de los jóvenes acerca de los conceptos básicos de nuestra institucionalidad. La baja adscripción a los partidos políticos, la escasa valoración que se otorga al debate parlamentario, el desprestigio de la actividad política, son algunas manifestaciones que inquietan por sus consecuencias en el normal desarrollo de nuestro sistema democrático.
Conscientes de la necesidad de formar a los jóvenes en el comportamiento ciudadano y dada la escasa presencia de estos contenidos en el currículo escolar, se formó -en 2004- la Comisión sobre Formación Ciudadana, convocada por el entonces ministro de Educación, Sergio Bitar. En su informe se recomiendan diversas medidas para el desarrollo de la educación cívica, en sus aspectos conductuales y cognitivos, sugerencias que muy lentamente se han ido incorporando de manera transversal tanto en el ajuste curricular de 2009, con motivo de la aprobación de la LEGE, como en las nuevas bases curriculares para la educación básica de 2012. Los programas escolares hoy vigentes presentan contenidos de formación cívica orientados a conseguir que los estudiantes adquieran conocimientos y desarrollen actitudes primordiales para la convivencia en una sociedad democrática. Pese a que esta formación se profundiza en los programas de educación media, parece necesario reforzar los contenidos del currículo de tercero y cuarto, especialmente en lo que se refiere a la institucionalidad, a los principios básicos de la democracia, como la libertad y la igualdad, así como también a los derechos y los deberes del ciudadano en un sistema democrático representativo.
La temprana formación en actitudes cívicas, como el respeto hacia los demás y hacia la autoridad, la valoración de los derechos humanos, la solidaridad, el cumplimiento de las normas establecidas, entre muchas otras, contribuye a una sana convivencia en democracia. Sin embargo, como lo afirmara el informe de la citada comisión, es necesario que dichas actitudes se refuercen en la vida familiar -institución formativa por excelencia-, y que los profesores puedan contar, entre los propios actores políticos, con modelos de comportamiento posibles de emular por los jóvenes y que revaloricen la actividad política. Asimismo es importante poner un mayor énfasis en la enseñanza de nuestro funcionamiento institucional. Preocupantes resultan algunas actitudes que develan desconocimiento de los canales establecidos de participación, restando valor a la función de instituciones democráticas fundamentales como el Congreso.
No se puede perder de vista que la fortaleza de la democracia representativa radica -precisamente- en la participación de los ciudadanos que cumplen con sus deberes y hacen respetar sus derechos mediante las vías que otorga el marco institucional que se han dado.