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Editorial
Jueves 21 de agosto de 2014
Señales en concesiones
Actualmente, las concesiones han quedado constreñidas solo al área de infraestructura, donde, sin embargo, tampoco se ve un impulso significativo...
En recientes declaraciones, el ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, resaltó que las concesiones han mostrado ser no solo una buena política pública, sino también que ellas "le han cambiado la cara a Chile".
Las expresiones del titular del MOP son valiosas, ya que reconocen el enorme salto en infraestructura que ha generado una política pública de cooperación público-privada con veinte años de existencia.
Sin embargo, los dichos del titular del MOP no se condicen con las señales que ha dado el Gobierno en este ámbito: las concesiones en hospitales se han desechado y las de cárceles no han sido reimpulsadas. En ambos casos las razones esgrimidas para no avanzar a través de este mecanismo parecen principalmente ideológicas, más allá de los problemas que se han sucedido por deficiencias en la institucionalidad. Si la razón dada para detener las concesiones en Salud -que ellas "no agregan valor ni le ahorran recursos al Estado"- es válida, ello también debería ser efectivo para el resto de las concesiones.
Actualmente, las concesiones han quedado constreñidas solo al área de infraestructura, donde, sin embargo, tampoco se ve un impulso significativo. El plan anunciado por el Ministerio de Obras Públicas, por un monto de casi 10.000 millones de dólares, contempla varias iniciativas que han formado parte de agendas sectoriales anteriores, y otras ya adjudicadas o que tienen muy poca viabilidad económica.
Dentro de los proyectos con poca viabilidad en el mediano plazo, se encuentra en primer lugar el Ferrocarril Transandino, dado su enorme costo de 3.300 millones de dólares, que incluso podría aumentar considerando los riesgos que envuelve la construcción de túneles.
En segundo lugar se ubica la denominada Costanera Central, cuyo costo estimado en más de US$ 1.800 millones requeriría de un subsidio elevado del Estado.
Junto con el programa anterior, el ministro de Obras Públicas ha explicitado que renegociará contratos de concesiones de autopistas interurbanas para ampliar el número de pistas o mejorar la calidad: el procedimiento consistiría en otorgar un mayor plazo a las concesiones.
Si bien la fórmula permitiría resolver fácilmente el problema, ella no es la más adecuada. Hay casos, como el de la Ruta 68, en que los contratos consideran de modo explícito una opción de recompra y un valor predeterminado para esta. Cuando esta opción no existe, como ocurre en la mayoría de las carreteras, un mejor camino es el de incorporar las obras básicas que permitan paliar los problemas de aumento de la demanda hasta finalizar la concesión original, sin tener que alargar los plazos.
Al MOP le resulta difícil evaluar los beneficios asociados a cada año de plazo adicional, pues no conoce los costos del concesionario ni su tasa interna de retorno, entre otras informaciones relevantes que los privados sí manejan. Por lo tanto, si se desea asegurar el máximo beneficio social, es necesario usar procedimientos competitivos y transparentes, y no esquemas de renegociación cuyo costo, lo más probable, solo se percibirá en el futuro.