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Editorial
Miércoles 20 de agosto de 2014
Comercio sin presiones
Chile, bajo sus diferentes gobiernos, ha consolidado su oposición a las sanciones económicas como una política de Estado. No se trata de oportunismo. Es una decisión legítima, basada en principios permanentes de la diplomacia chilena...
Funcionarios de la Unión Europea pretenden evitar que Chile y otros países latinoamericanos aprovechen las nuevas oportunidades comerciales del mercado de alimentos ruso. El gobierno del Presidente Vladimir Putin ha decretado la prohibición de comprarles alimentos a Estados Unidos, a la Unión Europea y a países que han dispuesto prohibiciones de financiamiento a bancos rusos y a la venta de equipos destinados a fines militares y a la producción de energía. La represalia de Putin crea un vacío que permite aumentar las exportaciones latinoamericanas de alimentos a Rusia. Los funcionarios europeos aspiran a formar un frente internacional para profundizar las sanciones económicas a ese país, derivadas de su intervención en Ucrania y la anexión de Crimea.
La pretensión de la Unión Europea de sumar a la comunidad internacional a la acción sancionatoria es contraria al libre comercio y de dudosa utilidad. Asimismo, este tipo de medidas perjudica a víctimas inocentes, especialmente cuando se trata de alimentos. La experiencia ha demostrado que las sanciones y represalias comerciales entre los gobiernos son contraproducentes e ineficaces para lograr los efectos políticos deseados. Uno de los casos más emblemáticos al respecto es Cuba. Ese país ha soportado por más de medio siglo el embargo norteamericano, al que muchos consideran como una razón decisiva de la mantención del régimen castrista en el poder. Mientras sus gobernantes justifican su fracaso y se fortalecen por la intervención extranjera, los ciudadanos experimentan privaciones por el desabastecimiento y encarecimiento de productos básicos y por el mayor control estatal. Un resultado similar han causado las sanciones aplicadas a Irán durante varias décadas. Rusia, Europa y Estados Unidos deberían aprender estas lecciones y resistir las presiones internas, que muchas veces desencadenan guerras comerciales inconducentes.
Chile, bajo sus más diferentes gobiernos, ha consolidado su oposición a las sanciones económicas como una política de Estado. No se trata de oportunismo. Es una decisión legítima, basada en principios permanentes de la diplomacia chilena y de muchos otros estados: la soberanía en sus decisiones internacionales y el respeto del libre comercio, además de las negativas consecuencias de restringir el comercio internacional.
De la misma manera como Chile se ha opuesto a las sanciones comerciales a Cuba, debe oponerse a cualquier presión destinada a limitar su comercio con Rusia, que, al igual como ocurre con Irán y Cuba, seguramente se verá afectado por las restricciones que se imponen a bancos comerciales en sus operaciones de comercio exterior con esos países.