La cantidad de ansiedad a la que están expuestos los niños resulta especialmente tóxica para aquellos que tienen una predisposición genética mayor. Los niños más sensibles suelen tener miedo de sus miedos y buscan estrategias para protegerse del estrés, con frecuencia evitando situaciones que podrían provocarles ansiedad, dando así origen a diversas fobias. Estas fobias los llevan a tener conductas de evitación que podrían ser perjudiciales para su desarrollo, como fobias al colegio y fobias sociales, por nombrar solo dos que son las que más perturban el normal desarrollo de los niños.
Tal como plantea Daniel Gottlieb, en su libro "La sabiduría de Samuel":
"Aprender a manejar la ansiedad y la angustia, que para muchos comienzan en la primera infancia, es una parte normal y saludable del desarrollo ....".
Muchos niños viven en hogares con grandes aspiraciones, donde la ansiedad es constante. Por desgracia, cada vez son más los niños que sufren trastornos de ansiedad y depresión, especialmente en las familias de clase media alta. La doctora Suniya Luthar, de la Universidad de Columbia, ha publicado varios estudios que demuestran que las chicas adolescentes que crecen en familias con ingresos superiores a 100.000 dólares tienen el doble de probabilidades de sufrir depresión, y el triple de padecer trastornos de ansiedad, que los de menores ingresos.
Cuando un niño vive en un entorno de ansiedad o inestabilidad, su instinto lo lleva a esforzarse al máximo para estabilizar dicho entorno, con el fin de sentirse seguro.
Tiene mucha razón este lúcido psicólogo, que quedó tetrapléjico después de un accidente, con estas reflexiones y otras de gran interés surgidas de las conversaciones con su nieto, un niño de ocho años que ha sido diagnosticado dentro del espectro autista, los cuales en su mayoría experimentan mucha ansiedad cuando hay estímulos o cambios inesperados. Sin embargo, a todos los niños y también a los adultos, un exceso de expectativas y de exigencias también les puede producir una sensación de agobio.
Presionar y poner expectativas excesivas en el desempeño de los niños es un arma de doble filo, ya que puede generar estrés tóxico, así como también cuando se les somete a cambios sin avisarles.
Aprender a manejar la ansiedad y el estrés desde la niñez puede ser un elemento muy eficaz para prevenir problemas de salud mental en la edad adulta, y así ayudar a enfrentar situaciones que, desafortunadamente, son frecuentes en la vida diaria.