Resuelta la continuidad de Jorge Sampaoli en la banca de la selección chilena y cerrado el libro de pases para los clubes nacionales, la mirada necesariamente se enfoca en el Torneo de Apertura, donde ya se jugó la cuarta fecha.
Por lo exhibido hasta ahora, la Universidad de Chile es el cuadro más fuerte del certamen, no solo por la media de tres goles por partido que acumula ni por el volumen ofensivo y la solidez de sus líneas, sino porque objetivamente es el cuadro que ofrece más brillo colectivo y alternativas individuales. En la escuadra de Lasarte hay abundancia de recambios y una mecánica que asombra, si se considera la cantidad de cambios que experimentó el plantel.
Colo Colo -lo demostró en la derrota frente a O'Higgins- aún no encuentra su punto de equilibrio. El volumen de ataque que le dio el nuevo esquema de Héctor Tapia deja expuestos en demasía a Barroso, Vilches y Maldonado, que debieron pagar las culpas de una búsqueda permanente que llama más al elogio que al reproche. El facilismo invita a solicitar lo que muchos llaman el equilibrio, que en la práctica es resguardarse en el fondo, más que a buscar una contundencia que, en los buenos momentos del primer tiempo, costó demasiado conseguir. Sigue siendo una apuesta interesante, aunque los rancagüinos hicieran pensar que el fondo albo es lento e inseguro.
Este torneo ratificará lo que se vio en el primer semestre: los equipos que se enfocan solo en la competencia local parecen tener más opciones. A los tres ya mencionados se suman Unión Española y Wanderers, porque la Universidad Católica ya no tiene tiempo para trabajar su fórmula. La inminencia del debut en la Sudamericana (una obligación impostergable para los cruzados) encuentra a Falcioni intentando darle consistencia a un equipo que parece frágil en la táctica y -otra vez- en lo anímico.
Las intermitencias de sus principales figuras (sobre todo Mark González, sobre el cual radica gran parte del peso ofensivo) tienen a los cruzados lejos del líder y aún más distantes de sus propias aspiraciones de funcionamiento. Su técnico sabe de presiones, pero las de San Carlos suelen ser lapidarias cuando el viento sopla en contra, más aún si deberá confrontarse internacionalmente.
Sampaoli tiene razón: el torneo debería mejorar con una mayor inversión, aunque le hace la tarea de la renovación más complicada: hay más veteranos retornados y extranjeros en nuestra competencia. Mientras tanto, Cobresal, Iquique y Huachipato -todos con técnicos nacionales- ratifican una verdad indesmentible: si a los millonarios les cuesta jugar en dos frentes, a los que batallan contra el promedio del descenso les asoma como una tarea imposible ser protagonistas a nivel internacional. Al final, todo se resume en el riesgo. ¿Qué dosis estarán dispuestos todos a tomar?