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Cartas
Jueves 31 de julio de 2014
Sustituir el litigio
Señor Director:
Oportuno y certero ha sido el llamado del presidente de la Corte Suprema, en el ámbito de la reforma procesal civil, a desarrollar un "filtro previo" a la judicialización, impulsando un sistema de soluciones alternativas al litigio, a través de mecanismos que aseguren a las personas una resolución pronta de sus conflictos.
Posiblemente, todo el consumismo vigente nos lleva a experimentar una nueva adicción, como es la compulsión al pleito, implícita en una sociedad desigual en que algunos luchan con pasión por desahogar sus reivindicaciones sociales a través de la formalización de reclamos y, en el mejor de los casos, dejarse arrastrar por la tentación de un litigio judicial.
Estamos en una sociedad cada vez más litigante, que se queja continuamente, y que ha ido fomentando el paradigma de la queja y la cultura del juicio por cualquier encontrón o escaramuza, por trivial que ella sea.
Muchos individuos se sienten empoderados de un enclave de derechos y privilegios, en el que convive un ánimo ostensible de revancha frente a cualquier insatisfacción. Una de sus expresiones se constata en la gran cantidad de acciones judiciales que se presentan en tribunales (3.003.271 el año 2012), en circunstancias que un porcentaje muy menor (8,9%) termina por una sentencia.
En las sociedades más avanzadas estas conductas aparecen amparadas, a veces, en insólitas trivialidades, que describen comportamientos obsesivos, que no perdonan agravios ni soportan enmendar errores, convirtiendo a muchos en implacables pleito-adictos.
Persisten con un sentido combativo y tenaz, aún en materias irrelevantes o de menor cuantía, en las que apenas sienten que menosprecian o pisotean de algún modo sus derechos, actúan como bombas de racimo, desencadenando tempestades y quejas destempladas, haciendo imposible distinguir una causa justa y bien fundamentada -para lo cual se recomienda la vía jurisdiccional-, de un simple arrebato u obcecación.
Frente a estas circunstancias, resulta imperativo recordar que la regla de oro de la profesión jurídica, escrita sobre el tablero del nuevo Código de Ética Profesional (Art. 94), se refiere a la "Resolución alternativa de conflictos", señalando que "el abogado debe hacer los mejores esfuerzos para evitar o poner término a un conflicto judicial mediante los mecanismos legales, siempre y cuando favorezcan una justa transacción o resultado a favor de su cliente".
Una sociedad que estimula la cultura de la confrontación e instiga los pleitos sucesivos, y que en lugar de buscar el acceso prudente a la justicia la utiliza en forma abusiva, desemboca fatalmente en una sociedad superficial capaz de convertir cualquier asunto en un vodevil judicial.
De ahí el atractivo de sensatez que transmite esta convocatoria a sustituir, dentro de lo posible, el litigio, y promover su implementación como pieza fundamental para contribuir a la paz social.
Arturo Prado Puga
Abogado