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Cartas
Miércoles 30 de julio de 2014
Importancia del desfibrilador
Señor Director:
No debería haber sucedido, por lo menos no ahora, no a los 54 años, no todavía. Había tenido algunos avisos, pero los malinterpreté. Y el sábado 17 de mayo tuve un infarto agudo al miocardio seguido de muerte súbita. Así, repentinamente, un dolor insoportable en el pecho, y luego mi corazón dejó de latir, me caí, inconsciente, delante de mi mujer y mis hijos, y así estuve por largos 14 minutos, muerto.
Me salvaron algunas circunstancias. La primera es que a mi lado había un doctor, un médico de aquellos, de los que salvan vidas. No me conocía, pero decidió salvarme y así lo hizo, nunca se dio por vencido, nunca, nunca desistió, nunca descansó, dio instrucciones, las correctas, las precisas, en fin, hizo un gran trabajo. Le doy las gracias al doctor Rodríguez, me salvó la vida.
En segundo lugar, la velocidad de reacción y eficacia de quienes participaban conmigo en una actividad deportiva de los niños. Y en tercer lugar, en el recinto había un desfibrilador. En Chile, la principal causa de muerte en la población es el infarto al miocardio; no obstante lo anterior, no existe ninguna ley que obligue a que existan desfibriladores en determinados lugares. Me refiero, por ejemplo, a supermercados, grandes tiendas, centros comerciales, hoteles, clubes y recintos deportivos, empresas con más de cierto número de empleados, etcétera.
El desfibrilador es un aparato que a través de un golpe de corriente continua dado al paciente permite que el corazón retome su actividad eléctrica normal o por lo menos eficaz. Sin este golpe de corriente es prácticamente imposible que se retome la contracción y bombeo cardíacos y por lo tanto sobreviene la muerte definitiva.
En Chile, miles de personas mueren al año por problemas cardíacos, pero no existe la obligación legal de tener desfibriladores a mano para ser usados en casos de emergencia. Esta obligación sí existe en otros países de Sudamérica como Perú y Uruguay.
Rodrigo Palma Costobal