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Editorial
Martes 29 de julio de 2014
Preocupantes niveles de ahorro
Si en 2010 llegó a niveles superiores al 24%, en la actualidad se empina apenas al 20%. Un gran responsable de este retroceso ha sido el ahorro del Gobierno, que bajó fuertemente en 2009 y parte de 2010 en respuesta a la contracción económica...
Las fuentes de crecimiento de una economía no son un secreto: altos niveles de inversión, expansión del empleo e incremento de la productividad. Un mejor capital humano también aporta, en cuanto mejora la calidad de los empleos y permite también adoptar tecnologías que, de otro modo, quedarían fuera del conjunto disponible para las empresas y servicios. En todos estos ámbitos nuestro país tiene notorias debilidades. La productividad fue muy importante en la fuerte expansión de la economía chilena, pero hoy se ve muy debilitada por diversas razones; entre otras, el elevado costo de la energía. Adicionalmente, el empleo se está desacelerando y también la inversión está cayendo.
Esta última se financia finalmente con los niveles de ahorro del país y el déficit en cuenta corriente o ahorro externo; en las actuales circunstancias algo reducido. Los niveles de liquidez, tras un período alto en todo el mundo, comienzan a bajar gradualmente y, además, el riesgo de nuestras empresas se ha elevado por cuanto registran niveles relativamente altos de endeudamiento, que financiaron una fuerte inversión en años recientes y, asimismo, porque la reforma tributaria impactará negativamente sus flujos de caja y, por tanto, sus disponibilidades de financiamiento, lo cual, desde el punto de vista de los acreedores externos, no es positivo.
Este escenario torna más preocupante la reducción observada en el ahorro nacional. Si en 2010 llegó a niveles superiores al 24%, en la actualidad se empina apenas al 20%. Un gran responsable de este retroceso ha sido el ahorro del Gobierno, que bajó fuertemente en 2009 y parte de 2010 en respuesta a la contracción económica de 2008-2009. Y aunque luego se recuperó, no llegó a los niveles previos a esa crisis, y en los últimos trimestres se ha deteriorado de manera sistemática. En gran medida, esto se explica por la caída en los márgenes de la industria minera -y el peso que tiene Codelco en los ingresos provenientes de esta industria-, pero la estrategia de ahorro del sector público no puede basarse solo en estos márgenes. Su efecto sobre la inversión del país y el de esto sobre el crecimiento y la recaudación tributaria hacen recomendable que el Estado tenga una estrategia más precisa para mantener una tasa de ahorro razonable. El estado de la hacienda pública que acompaña la presentación de la Ley de Presupuestos es una oportunidad para definir una estrategia renovada en esta área.
También el ahorro de las empresas se ha deteriorado respecto de 2011 y 2012, aunque sigue estando en niveles altos respecto de los históricos. Este retroceso se explica en parte por el aumento en los costos laborales. La contrapartida ha sido el excelente comportamiento de las contrataciones y remuneraciones en los últimos años. En todo caso, es importante seguir procurando que las empresas sean una fuente significativa de ahorro. Para ello, la reforma tributaria, tal como había sido presentada, era un duro golpe. El acuerdo logró superar ese riesgo en gran medida, aunque no totalmente, al mantener la diferencia en el tratamiento de las utilidades distribuidas y retenidas. Esto es un aliciente importante al ahorro, y precisamente por esas razones es relevante que se mantenga el espíritu del protocolo del acuerdo tributario que no pretende distinguir entre distintos tipos de ahorro o inversión. Así, por ejemplo, tratar de incluir en las reinversiones aceptables solo aquellas que se hacen directamente en la empresa que origina las utilidades es ineficiente, porque los ahorros deben fluir hacia los mejores proyectos, y en un momento determinado ellos pueden no estar en la empresa que generó los ahorros.