La confusión evidente en la estrategia del Ministerio de Educación y los sucesivos traspiés del capitán de "la reforma", el ministro Nicolás Eyzaguirre, evidencian una crisis que muchos preveían. Si bien el diagnóstico de un sistema educativo que requiere mayor calidad y menor desigualdad en el acceso es compartido, la receta prescrita por la Nueva Mayoría es hasta ahora ilegible, y las posibles contraindicaciones, cuyos síntomas veremos en 30 o 40 años, sencillamente son un riesgo que, como Renovación Nacional, no estamos dispuestos a aceptar.

El ex titular de Hacienda, ahora a cargo de eliminar el lucro, la selección y el copago en la educación, ha cometido excesos verbales que sin duda lo han puesto en la mira de La Moneda. No obstante, comparto con muchos analistas que no es ese el problema de fondo, sino, más bien, lo es la complejidad de un proyecto que muestra rasgos de improvisación, una alta cuota de ideología, que posterga la calidad y que finalmente desconfía de las familias chilenas.

Así lo ven miles de padres y apoderados que tienen hoy a sus hijos en colegios particulares subvencionados, y que representan el 54% de la matrícula. Muchos de ellos se han organizado y han manifestado en la calle, las redes sociales o en sus barrios, su molestia y temor frente a la oferta que el Gobierno les pretende imponer. Unos lo intuían, otros ya lo ven claramente: el mérito, el pluralismo y el esfuerzo buscan ser minimizados y reemplazados por conceptos uniformes y totales. El cuestionado ministro Eyzaguirre se los aclaró, por las dudas: su labor es quitarles los patines a quienes los tienen, no calzarles otros a quienes no.

Claro, se ha dicho que los colegios particulares subvencionados discriminan, que descreman. No obstante, las porfiadas cifras nos revelan que son ellos quienes atienden a igual o mayor cantidad de alumnos vulnerables que los municipales. El 44% de los estudiantes del primer quintil y el 48% en el segundo quintil.

Más allá del "segundo tiempo" y los "nuevos aires" que el Gobierno planteó al sumar nuevos protagonistas al equipo del ministro, en una estrategia que busca aminorar los conflictos internos en la Nueva Mayoría, en especial con la Democracia Cristiana, lo cierto es que es cada vez más claro que la reforma está, en buen chileno, "patas arriba", y que es urgente volver a lo esencial para el futuro del país: la calidad de la educación y la capacidad de todos nuestros niños de acceder a ella.

En lugar de seguir sumando gente en sus oficinas, Eyzaguirre necesita en forma urgente sumar visiones y voces al debate. Como él mismo ha dicho, no puede ser que solo un sector tenga la última palabra. Como Renovación Nacional, estamos dispuestos a conversar y facilitar el debate de esta gran reforma, pero con una discusión seria, franca y participativa, enfocada en la calidad de todo el sistema, en el mejoramiento de la educación municipal sin terminar con la particular subvencionada, en la sala de clases, la formación de profesores y la carrera docente, en los directores, en la educación técnica, en la calidad y la cobertura de la educación parvularia... Ministro, ¿comenzamos de nuevo?

Cristián Monckeberg Bruner
Presidente de Renovación Nacional