En un año indeterminado, pero lejano, la Tierra sufre la devastación de una pandemia gripal que diezma a los simios, la especie dominante en el planeta. Los humanos sobrevivientes ven la oportunidad para retomar el control perdido hace por lo menos una década. Los simios son gobernados por César (Andy Serkis), un mono sabio y prudente, que quisiera dirigir la paz con los humanos. Su lugarteniente, el flamígero Koba (Toby Kebbell), va en la dirección contraria: ve en la guerra la oportunidad de exterminar de una vez a sus enemigos ancestrales. Un girondino y un jacobino.
Al otro lado hay más o menos lo mismo: el jefe Dreyfus (Gary Oldman), que se propone restaurar la perdida eminencia humana al costo de las armas y la sangre, y el bienhechor Malcolm (Jason Clarke), que desearía la convivencia pacífica con los simios. Hay todavía otro paralelismo entre César y Malcolm: ambos tienen esposa e hijos. Representan la continuidad de sus especies.
Las cosas evolucionan mal. A pesar de que necesitan reactivar una central hidroeléctrica para llevar energía a San Francisco, en el bando de los humanos predominan los que desean llevar adelante la guerra final. En el de los monos se impone el bravo Koba. La película no resuelve el problema: pese al título en español, deja la confrontación decisiva para otra secuela.
A lo largo de unas 15 cintas, desde su inicio en 1968 la saga de El planeta de los simios ha tenido por dominadores a los monos y por resistentes, a los hombres. Toda la serie descansa en la metáfora política de la dominación y la rebelión.
Pero algo de eso se ha perdido en esta entrega, que entra en la línea de los muertos vivientes -así lo sugiere el título original, Dawn of the planet of the apes- y se encamina a su mismo destino: agotada la metáfora original, las secuelas se consumen en sus fantasmagorías, como esqueletos despojados de carne. De poco vale que el mono César tenga su propio Bruto o que el complejo científico-militar de los humanos imponga su lógica, si esas ideas parecen meros espasmos de una ocurrencia mayor, consumada muchos años atrás. Tampoco importa que las laboriosas máscaras y operaciones de maquillaje de los 70 hayan sido sustituidas por extraordinarios trabajos digitales.
Los simios políticos y los zombies sociales no se mueven en una misma esfera. El intento por combinarlos no es un error de producción, sino el resultado de una pésima lectura de ambos fenómenos. En alguna parte del origen de esta película hay un tonto al que ni 20 siglos de efectos especiales conseguirán redimir. Sin este cerebro escondido, quizá tendríamos una cinta en la que los simios, además de parecer tales, tuviesen algo que decir.
DAWN OF THE PLANET OF THE APESDirección: Matt Reeves.
Con: Jason Clarke, Andy Serkis, Gary Oldman, Tony Kebbell, Keri Russell, Kirk Acevedo. 130 minutos.