La cocina coreana suele tener entre nosotros mala fama, como la mexicana. Ah, país de malcriados petimetres que sólo comen "jamoncito, quesito, huevito, salchichita"... Y ¡¡¡que no vaya a picar!!! Conocemos domicilios donde no entra ni pimienta ni ajo ni (¡válganos!) cebolla. Apenas algún perejil. ¿Qué comida decente se puede hacer así? Pero, aceptémoslo: ambas cocinas requieren aprendizaje. Sin ser un "gusto adquirido", hay que familiarizarse con ellas para apreciarlas.
La coreana puede, si el cocinero no es atinado, constituir un "shock", como una vez, aquí, a orillas del Mapocho, cuando casi nos soponciamos por el exceso de picante. Decía Alicia Gironella, en México, que "chile que pica en exceso, está mal trabajado". Y el otro capítulo de quejas: el kimchi. ¡"Abominable, atroz", suelen decir!
En el Gaon comprobamos las injustificadas alharacas y excesos en estas descalificaciones de una cocina que, diferente de la china y la japonesa, tiene sus méritos propios.
El kimchi: son verduras encurtidas con un poquito de ají. Todo depende de la verdura: esta vez lo probamos con repollo y nos pareció agradable. Y en cuanto al ají y al ajo, fueron muy moderados, y se nos advirtió qué picaba más y qué menos.
La carta contiene variedad de platos, y algunos típicos de Corea, que es a lo que hay que ir. Los nombres están en coreano (con mala traducción), por lo que se recomienda pedir ayuda al garzón (la atención, a propósito, nos pareció muy buena e informada). De entradas pedimos Tok Bo chi ("dedos" fritos de harina de arroz, con salsa picantita aparte) y Kun man du (empanaditas fritas de chancho y verduras; ambos a $4,900): las dos cosas muy agradables para comenzar. Con los picoteos de entrada llegan a la mesa pocillos con anchoas picantes, almejas picantes, porotos negros, kimchi, brotes de soya con salsa de ajonjolí, y otras cosas. Buena oportunidad de probar exotismos.
Fondos. Ojingeo Bokum ($8.500): anillos de calamar blandísimo y sabroso, con salsa moderadamente picante. Jeyuk-bokhum ($9.000): delgadas láminas de carne de chancho con verduras y salsa picante (para quienes disfrutan del picor...); nos pareció muy bueno. Y, para tímidos, Dolsot Bibim Bap ($6.500), que hay que pedir con "piedras calientes", es decir, simplemente caliente (porque también lo hay frío): olla con arroz, verduras, láminas de carne y un huevo frito, que se rompe y mezcla con el resto, añadiéndosele, si se quiere, salsa picante. Buen y armónico plato.
Postres. Pat Bingsu ($5.000): hielo picado con frutas y helado; ideal para refrescar la boca. Y Susu Tok ($3.900): "dedos" fritos de papa molida rellenos con puré de porotos blancos, cosa de curiosa pero agradable textura.
Esta comida tiene siempre un curioso aroma a pera y ajonjolí, que termina por encantar. Ajo en cantidad apropiada. Es para volver. Estacionamiento nocturno fácil al lado. Razonable carta de vinos. Nada caro.
Manquehue Sur 674, Las Condes. 22420082.