Señor Director:
En relación con
la carta publicada este lunes sobre exclusividad universitaria de algunas carreras del área de salud y que hoy imparten institutos profesionales (IP), agradezco a las académicas la posibilidad de continuar este debate.
Mencionan ellas, correctamente, que los IP son instituciones de distinta naturaleza y no acreditan algunas áreas electivas, sin embargo, precisamente en las carreras de la salud, el 45% de alumnos de IP está en carreras acreditadas, mientras en las universidades del Cruch esta cifra alcanza al 42%, y en las no Cruch, un 36%. Es decir, si medimos la calidad por la acreditación -cosa discutible, pero al menos es un dato objetivo e institucional- los IP que imparten estas carreras están por sobre muchas universidades. Lo importante no es el nombre de la institución que impartió la carrera, sino la calidad de sus profesionales.
En segundo lugar, hacen mención a la experiencia internacional, con lo cual vale la pena recordar que la OCDE en su revisión de políticas de educación superior para Chile, recomienda "remover las barreras artificiales y dejar que la acreditación, más que el estatus legal de la institución, determine el valor y prestigio de un grado académico", para agregar después, teniendo en cuenta el Consenso de Bolonia, que las licenciaturas no estén en la ley. En esta experiencia, países como Alemania y Suecia forman a sus profesionales de estas áreas en equivalentes a IP. En Latinoamérica es el caso de Colombia y Brasil, por nombrar algunos.
Como al igual que ellas, considero que es un imperativo moral proteger a las personas en estado de enfermedad -así como también el tener políticas de prevención- y, por ende, nuestro objetivo es la calidad de la carrera impartida, propusimos que se permitiera que los IP que están acreditados en sus carreras pudieran seguir impartiéndolas, y que esto se hiciera exigible también a las universidades, tal como se hizo en el pasado con otras carreras. Porque -insisto- lo que nos importa es la calidad.
Quisiera que aprovecháramos la instancia para reflexionar sobre el futuro de la educación superior donde, sin mirar en menos ni discriminar a los estudiantes de los CFT e IP, pensemos en la modernización de la misma, en la transición de la educación media a la superior, donde evaluemos la educación superior no como una serie de islas, sino como un continuo, que debatamos la necesidad de acortar las carreras y disminuir la deserción, entre otras muchas cosas.
Jaime Bellolio A.Diputado UDI