Este 2014 se celebran los 450 años del nacimiento de Shakespeare. Sin duda el bardo de Avon es considerado uno de los autores más importantes de la cultura occidental. Conocedor del alma humana y poseedor de una filosofía y visión de mundo admirada por muchos. Creador de historias y de personajes entrañables y citado en forma permanente por los más grandes autores e intelectuales de los siguientes 400 años. Vigente y permanente. Sin embargo, cuando William Shakespeare recién llegó a Londres fue duramente criticado por sus contemporáneos por no ser "académico". Los llamados "University Wit" eran dramaturgos que habían estudiado en las universidades de Cambridge y Oxford. Shakespeare solo había asistido algunos años al colegio. Lo miraron en menos y lo criticaron, pero el cedazo del tiempo no les dio la razón. El más grande dramaturgo de todos los tiempos no pasó por la universidad, y no le hizo falta, para ser hoy objeto de estudios universitarios. Esta falta de preparación ha hecho a muchos suponer que él no fue él. Pero entonces, muchos grandes no serían tampoco. Leonardo da Vinci no tuvo educación formal y Charles Dickens solo fue dos años al colegio.
Pero la lección de la grandeza humana no ha sido aún aprendida, lo que demuestra que no hay nada nuevo bajo el sol y que el hombre es el único capaz de tropezar varias veces con la misma piedra. Hoy los llamados "académicos" se miden por la cantidad de grados que tienen y por las publicaciones ISI que logran. Son cada vez más específicos y especialistas en sus materias de estudios, y muchas veces se olvidan por completo de la " big picture ". Hablan generalmente en difícil para mostrarse eruditos entre un círculo de iniciados y rechazan y critican a quienes buscan el sentido del hombre en lo global y no en lo específico. Hoy Shakespeare, Leonardo y Dickens serían criticados y tildados de "no académicos". No podrían hacer clases en ninguna universidad, ya que ninguno de ellos logró el grado de magíster, que es lo mínimo requerido para enseñar hoy. A veces hay que mirar con mayor perspectiva para no permanecer en la miopía y dejar que el sentido común, que suele ser el menos común de todos los sentidos, prime sobre todas las reglas.
Magdalena Merbilháa R.