Hay dos grandes problemas con esta película. El primero es que se trata del remake de una gran obra, dirigida por el muy competente cineasta coreano Park Chan-wook y estrenada con el mismo nombre 10 años antes. Hitchcock se negaba a adaptar grandes obras literarias porque, decía, es inútil tratar de superar lo grandioso. Lo mismo debería valer para los remake de las buenas películas.
Sin embargo, si Spike Lee se metió en este lío será porque habrá entrevisto en el retorcido relato coreano alguna forma de conectarlo con la historia de la sociedad norteamericana en los pasados 20 años, que ha sido el tema de sus filmes mayores, El verano de Sam, La hora 25 y el magnífico documental sobre el huracán Katrina, Cuando los diques se rompen.
Las variaciones de su versión respecto de la anterior van justamente por este lado. El protagonista es el publicista Joe Doucett (Josh Brolin), recién separado, adicto al vodka y reventado por una desmañada resistencia al mundo competitivo en que se desenvuelve.
Borracho en una noche de octubre de 1993, se va con una mujer oriental y despierta en un cuarto clausurado. Estará recluido allí por 20 años, mientras contempla en la TV el asesinato de su esposa, su propia conversión en un acusado prófugo y el abandono de su hija. También pasan por esa pantalla, como en la caverna platónica, las sombras de la historia: el segundo gobierno de Clinton, el ataque a las Torres Gemelas, la guerra de Irak, Katrina, la asunción de Barack Obama.
Preparando una incierta venganza, Joe deja la bebida y se entrena para luchar. Un día de 2013, en forma tan inexplicable como su secuestro, es liberado, y más encima con los recursos para identificar a su captor. Lo acompaña en esa búsqueda la joven doctora Marie Sebastian (Elizabeth Olsen), con quien avanza hacia la revelación de una verdad devastadora.
En todo esto, la cinta de Spike Lee es vigorosa, fuerte y está dotada con la elegancia fílmica que es un sello de su cine. ¿Qué le falta? Consistencia de los personajes, conexión con la historia social, claridad ética entre el drama de la venganza y sus motivaciones profundas.
Entonces aparece el segundo gran problema, acaso el definitivo: Spike Lee filmó una cinta de 140 minutos, pero los productores la mutilaron hasta los 104, ¡un cuarto del total! La versión de Park Chan-wook duraba 120 minutos, un metraje situado al medio de lo que hizo Lee y lo que se ha estrenado ahora. La experiencia histórica en los cortes de los productores no es concluyente, pero hay buenas razones para pensar que, en este caso, se nos ha escamoteado la integridad de una película para dejarnos ver apenas sus tijerales. Habrá que esperar que algún día aparezca la versión completa, con la verdadera historia de Joe Doucett, el cautivo del cambio de siglo.
Old boy. Dirección: Spike Lee. Con: Josh Brolin, Elizabeth Olsen, Samuel L. Jackson, Sharlto Copley, Michael Imperioli. 104 minutos.