Desde los laureles
Los buenos tiempos de Clint Eastwood como director son los del héroe del Oeste: los viejos tiempos.
Es cierto que siempre se puede volver, al menos una vez más, pero "Jersey Boys: persiguiendo la música" no es el caso.
La comparación con el pulso y humanidad de películas como "Gran Torino" (2008), "Million dollar baby" (2004) o "Bird" (1988), la biografía del jazzista Charlie Parker, es harina de otro costal.
Eastwood, por su filmografía, se puede pasear entre laureles e incluso dormitar sobre los arbustos y desde esa posición distante y poco exigente, filma por deporte y admiración a The Four Seasons.
La película es una adaptación de un musical de Broadway y un espectáculo sencillo y familiar, donde el protagonista Frank Valli, la voz del conjunto, está interpretado por John Lloyd Young, que a lo lejos, sobre un escenario y cantando, puede lograr una actuación, pero frente a una cámara de cine revela sus limitaciones: solo actúa cuando canta.
La nota a pie de página es que maquillado con canas y entrado en años, es idéntico a Raphael.
En la biografía abundan los números musicales: locales nocturnos, grabaciones de discos, actuaciones en teatros o en algún show de televisión. Y esos escenarios revelan la otra preocupación de la película: diseño, vestuario y detalles ornamentales.
El resto es burocracia administrativa, donde el único contexto fuera del grupo lo aportan dos personajes: Gyp de Carlo (Christopher Walken), que hace las veces de padrino y consejero; y el productor musical Bob Crewe (Mike Doyle).
Solo aportan lugares comunes: un mafioso viejo y duro, querendón de su madre y de The Four Seasons; y un homosexual flamígero con el gusto por el arte moderno, la vida social y la moda.
Los papeles femeninos son mínimos y sus posibilidades inmisericordes: mujeres tontas o neuróticas. Meros objetos, en definitiva, que sirven para dar hijos, el sexo o como adorno.
Tampoco existen los avatares culturales de la década del 60 ni la competencia que viene de Europa: Los Beatles.
Y ni hablar de algo más complejo: la ideología y época que transporta y refleja un tipo de música.
"Jersey boys: persiguiendo la música" se inicia con tono nervioso, ambiente italoamericano y un personaje hablando a la cámara, por lo que es inevitable pensar que Eastwood, en el rabillo del ojo, tiene incrustado al incansable Martin Scorsese.
La película termina como musical indio: con el reparto completo bailando entre los créditos finales.
Entre medio hay un historia que restringe su espesor, prefiere un desarrollo elemental y poda los riesgos, contextos, relecturas y provocaciones.
Clint Eastwood, a estas alturas y con esta película, simplemente no quiere complicarse la vida.
Quizás tiene razón, porque su filmografía en serio ya fue realizada y ahora está simplemente dormido sobre los laureles.
"Jersey Boys". EE.UU., 2014. Director: Clint Eastwood. Con: John Lloyd Young, Vincent Piazza, Erich Bergen. 135 minutos. T.E.