La formación que jugó contra Alemania nos gustó a todos. No solo a los chilenos. Y aunque perdió, fue mejor que el anfitrión, pues no siempre gana el mejor ni pierde el peor, como bien se sabe.
Ha pasado muy poco desde entonces, pero el comentario orgulloso de entonces ha dejado paso a nuevas inquietudes y temores. ¿Porque nos gusta vivir inquietos y temerosos, o porque han ocurrido nuevas situaciones inquietantes?
Juzgue usted.
La alineación de aquel partido (recién en marzo pasado) fue: Herrera; Isla, Medel, Jara, Beausejour; Silva, Gutiérrez; Aránguiz, Vidal; Sánchez y Vargas. Un equipo que funcionó admirablemente, con un oficio que parecía reflejar mucho tiempo de jugar juntos, con una impensada sincronización. Algo notable.
¿Qué nos preocupa hoy? En primer lugar, el hecho de que Marcos González no enfrente las exigencias de la competencia. Curiosamente, aquel día en Alemania no fue titular y entró desde la banca para reemplazar a Francisco Silva, que cumplió mucho más allá de lo que algunos pensábamos.
Nos preocupa que la campaña de Matías Fernández no tenga la continuidad que sería deseable. Pero el "Mati" tampoco entró jugando esa tarde y saltó al campo a reemplazar a Arturo Vidal. Nos preocupa el estado físico de Jorge Valdivia, aunque desde Brasil nos digan que está como nunca. Pero aquella tarde también saltó desde la banca, y hoy no está claro si el técnico quiere a un 9 falso como él o a un centrodelantero de referencia.
Entonces, ¿por qué nos preocupamos tanto? En primer lugar, porque entendemos (queremos entender) que somos aspirantes a ganar el Mundial. Y cuando esa es la pretensión, para un seleccionado cuyo mayor logro ha sido pasar de primera ronda (no me corrija, por favor, con el Mundial del 62), todo debe preocupar.
También preocupa a algunos que ideas básicas del entrenador aparezcan hoy en revisión, como el "9 falso", que es un punto central de la filosofía de Sampaoli. La aparición de Pinilla entre los posibles parece anunciar un renuncio del técnico en una cuestión que parecía indiscutible.
Pero, por sobre todo, lo que preocupa es que tenemos un gran equipo pero un plantel muy corto. Cualquier deserción nos hace temer por la falta de reemplazo. El medio no surte al seleccionado de suficientes valores. Y hemos llegado, por esta razón, a una situación histórica: la convocatoria de dos binacionales, ambos argentino-chilenos, como Pedro Pablo Hernández y Gustavo Canales (con el agregado de que a éste hay que rearmarle la rodilla dañada después de cada partido), y un tercero que no quiso: Mauro Zárate.
¿Y eso qué nos indica? Que el recambio está dañado por el exceso de foráneos en nuestros equipos. Los cuadros chilenos en Copa Libertadores tuvieron el récord de extranjeros en sus líneas entre los 4 de cada grupo. Fue el caso de Universidad de Chile, O'Higgins y Unión Española, que sigue en carrera.
Esto, por cierto, no le importa a nadie. Los intereses de los importadores de futbolistas y de las cadenas de televisión que comparten con ellos, impiden que se hable del asunto.