Señor Director:

Una de varias causas y a la vez manifestaciones del centralismo extremo de Chile, es el enorme poder acumulado por la burocracia del Ministerio de Hacienda, cuyos analistas y sectorialistas ejercen el micropoder sobre cada partida y sub-partida presupuestal. Esto ocurre no solo respecto de las regiones, sino también con los ministerios sectoriales, que son en este sentido tan "damnificados" como los gobiernos regionales.

Esta burocracia está íntimamente convencida de que ellos saben mejor que nadie no solo cuánto se debe gastar, sino en qué y hasta el último detalle, y en qué momento del año. Creen que "soltar las riendas" solo conducirá al caos. En realidad, el ministro de Hacienda ha sido y es el Primer Ministro, y el director de la Dirección de Presupuestos ha sido y es el vice Primer Ministro en las sombras. No solo controlan el gasto agregado, cuestión perfectamente obvia, sino que microgerencian todo el gobierno e incluso adaptan los proyectos de ley a su gusto y preferencias de política pública, previo su envío al Congreso. Si eso sigue así, los intendentes podrán ser electos, y se podrán crear muchas regiones más, y nada va a cambiar.

Si el conjunto del Estado no comienza a migrar desde la lógica de "principal mandante" (Teatinos)-"agente ejecutor" (todos los demás) a una en que se seleccione a los mejores, se les dé mayor autonomía de decisiones presupuestales, mayor estabilidad, y se los mida por resultados posteriores, no solo no lograremos descentralización, sino tampoco modernización de los ministerios y servicios públicos.

Mario Waissbluth
Profesor, ingeniería industrial Universidad de Chile