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Editorial
Sábado 19 de abril de 2014
Seguros y salud en el mundo
Cuando acaba de ser convocada una nueva comisión para revisar el sistema de isapres (repitiendo un ejercicio ya efectuado por la administración anterior), analizar cómo operan los sistemas de seguros de salud privados en el mundo puede aportar valiosos elementos de juicio al debate...
Un ejemplo interesante es el británico. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 60% de los ingleses consideraba en 2010 que su sistema "funciona bien y solamente requiere cambios menores", transformándolo en el mejor evaluado entre las naciones desarrolladas. El sistema está controlado por el Servicio Nacional de Salud, organismo público con un presupuesto superior a los 90 billones de libras, el mayor en el mundo para una institución de este tipo. Cubre a todos los residentes de Inglaterra, pero está complementado por un sistema privado de seguros voluntarios, al que tiene acceso solamente el 10% de la población. De este subgrupo, el 59% lo obtiene a través de los beneficios entregados por sus empleadores.
El seguro privado inglés permite acceder a la red de hospitales privados, instituciones registradas en la Comisión de Calidad en Salud y reguladas por Monitor , unidad que supervisa a los proveedores de servicios públicos y privados. Por cierto, la regulación sobre los privados no incluye fijación de precios, favoreciendo así la competencia.
Si bien el sistema público es reconocido como de alta calidad, no permite acceder a hospitales privados, lo que constituye uno de los atractivos del sistema privado, al que pertenecen las personas de mayores ingresos. Esto se traduce en una paradójica desigualdad respecto del acceso a tratamientos complejos.
Francia y la libertad de elección
Entre las 19 naciones industrializadas, Francia tiene el menor número de fatalidades causadas por enfermedades que pueden ser prevenidas por un buen sistema de salud. Esto ha significado un reconocimiento mundial al sistema, el que, de acuerdo con la OMS, suscita bajísimo cuestionamiento por parte de los ciudadanos (solo el 11% considera que debería ser rediseñado por completo).
El sistema público francés está organizado en función del tipo de empleos, cubriendo casi al 98% de la población, y opera por medio de la devolución de gastos médicos, lo que crea conciencia entre los pacientes respecto de los costos y los torna más sensibles a los precios. En la práctica, esto implica que el 85% de los gastos públicos en el sector se expliquen por dichas devoluciones. Desde el punto de vista del paciente, el sistema cubre el 70% de los gastos por servicios médicos y el 60% en el caso de atenciones dentales.
A diferencia del sistema inglés, los seguros privados tienen acá como principal objetivo cubrir el riesgo asociado al copago. Esto explica por qué sobre el 90% de la población compra seguros de salud privados suplementarios, los que en su gran mayoría están asociados al empleo del jefe del hogar. Estos seguros pueden ser utilizados indistintamente en el 25% de los hospitales que son públicos, en el 35% de los hospitales privados sin fines de lucro o en el 40% de los hospitales privados con fines de lucro, típicamente muy especializados.
Pero el sistema francés no esta libre de problemas. Si bien el país gasta sobre el 11,5% de su producto en salud (uno de los porcentajes más altos de Europa), sufre de un masivo déficit presupuestario (en 2009, superó los 10 billones de dólares). Por otra parte, la sobredemanda por los servicios públicos ha alimentado un creciente malestar en la población, que opta cada vez más por los privados. Esto es inevitable e incluso deseable en un sistema que, si bien se levanta sobre las bases de la igualdad, reconoce la importancia de asegurar la libertad del paciente al momento de elegir dónde atenderse.
Primeros efectos del "Obamacare"
Si bien Estados Unidos no se ha caracterizado por poseer un sistema de salud de calidad -sus costos son altísimos (los gastos per cápita superan los 8.000 dólares al año) y su cobertura es baja (el 15,7% de la población no contaba con seguro de salud en 2009)-, la profunda transformación impulsada por la administración del Presidente Obama busca dar los primeros pasos para revertir la situación.
El desafío no ha sido sencillo. Esto, por las complejidades que supone realizar los cambios promoviendo la competencia en el mercado de seguros (incluyendo el seguro público), reduciendo los subsidios entregados y asegurando la disponibilidad universal de un plan de cobertura esencial mínima. En la práctica, la reforma ha significado cambios en la oferta de los programas ofrecidos, pero, más importante aún, ha obligado a los ciudadanos a prestar mayor atención a las distintas alternativas disponibles.
¿Ha tenido efectos? Los datos más recientes sugieren que sí. De acuerdo con la Oficina de Presupuesto del Congreso, las primas de los seguros privados han caído 15% más de lo anticipado. Si bien es temprano para establecer conclusiones definitivas, la experiencia confirma la importancia de promover la competencia entre el sector público y privado, y la libertad de los individuos al momento de elegir.