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Editorial
Martes 15 de abril de 2014
Reordenamiento en la centroderecha
El sector debe ser capaz de ofrecerle al país una propuesta política que, siendo coherente con sus principios, interprete y atraiga a la sociedad chilena del siglo XXI, caracterizada por un mayor empoderamiento ciudadano...
La realización de una convención política en la UDI el pasado fin de semana y de elecciones competitivas para su directiva en un mes más, el cambio de mesa que se apronta a vivir RN, la decisión de Evópoli de constituirse como partido político y los pasos dados por los parlamentarios que se escindieron de Renovación para conformar un nuevo referente, ilustran el proceso de reordenamiento que vive la centroderecha. Un proceso cuyos contornos, sin embargo, aparecen por ahora difusos, más allá de la insistencia en algunas ideas genéricas, como la de actualizar su mensaje.
Desde luego, intentar construir un frente común alternativo a la Nueva Mayoría requerirá de un esfuerzo de armonización de intereses electorales y estrategias diversas, así como consensuar posturas doctrinarias no completamente alineadas. Porque aunque la oposición a las políticas del actual gobierno y la aspiración de volver a conducir los destinos del país son factores unitarios, cada uno de los referentes del sector pretende también perfilarse individualmente. Tal fenómeno se agudiza ante la expectativa de un posible cambio del sistema electoral hacia uno más proporcional, que reduciría los incentivos para la unidad de las coaliciones y favorecería la fragmentación.
Pero el reto que enfrenta la centroderecha no pasa solo por la capacidad de entendimiento entre sus distintas fuerzas. El sector debe ser capaz de ofrecerle al país una propuesta política que, siendo coherente con sus principios, interprete y atraiga a la sociedad chilena del siglo XXI, caracterizada por un mayor empoderamiento ciudadano y por el surgimiento de una nueva clase media. Se trata de una tarea de compleja realización. No es claro que la ciudadanía conozca cuál es hoy el ideario de este sector político; el último resultado electoral sugiere que este ha sido incapaz de traducirlo en propuestas que motiven apoyo mayoritario o de al menos encontrar el lenguaje para transmitirlo adecuadamente. El mero recurso a un adjetivo como "popular" -exitosamente usado en España para la construcción de una fuerza de centroderecha posfranquista, capaz incluso de incorporar a sectores democratacristianos- no sustituirá ese trabajo político.
Tras perder la elección de 2009, la entonces Concertación vivió momentos de incertidumbre, caracterizados por las recriminaciones y conflictos, pero en los que supo mantener cierta unidad mínima, a partir de la cual logró luego entenderse con otras fuerzas y construir una nueva coalición. Favoreció ese proceso la expectativa de volver al poder ante lo que entonces se veía como una posible candidatura de Michelle Bachelet, y la decisión de asumir las reivindicaciones de los movimientos sociales de 2011, aun cuando supuso renegar de parte de su propia obra. Tales pasos le hicieron perder coherencia y explican muchos de los problemas que hoy enfrenta la Nueva Mayoría, pero tuvieron innegable eficacia electoral.
Será tarea de la centroderecha rescatar las lecciones que la experiencia del actual oficialismo pueda ofrecerle en cuanto a capacidad para reconstruirse políticamente. Tiene a su favor una unidad en los principios que, aun con matices, es mayor que la que puede exhibir la coalición gobernante, así como la evidencia del éxito que sus políticas han tenido en el mundo y en nuestro propio país. El hecho de que tales activos resultaran insuficientes para que el sector pudiera mantenerse en el poder es prueba de la comisión de errores políticos sustantivos que cabe revisar con sentido de autocrítica. Más importante que aquello es, sin embargo, el referido esfuerzo por construir una propuesta política convocante y, en lo inmediato, encontrar un espacio para perfilar su rol opositor. Esta última tarea resulta particularmente compleja, tanto por su debilitada posición parlamentaria como por la variedad de fuerzas que conviven en la Nueva Mayoría, al punto que, en debates como el de la reforma tributaria, la atención pública se concentra con facilidad en las discrepancias dentro del bloque oficialista antes que en los cuestionamientos que pueda hacer la centroderecha.