El Mercurio.com - Blogs : El Príncipe Enrique de Prusia en Chile
El Mercurio en el tiempo
Domingo 30 de marzo de 2014
El Príncipe Enrique de Prusia en Chile
1 de abril de 1914
En medio del más vivo entusiasmo, los capitalinos recibían, el 1 de abril de 1914, a un visitante ilustre: el príncipe Enrique de Prusia, almirante de la Armada Imperial Alemana, quien venía acompañado de su esposa, la princesa Irene. Se trataba del hermano de uno de los hombres más poderosos de ese entonces, el emperador de Alemania, Guillermo II. Muy popular y querido en su país, una serie de anécdotas giraban en torno a su persona. Se decía, por ejemplo, que supuestamente había inventado el limpiaparabrisas de los automóviles.
Según se comentaba en “El Mercurio”, su presencia “era un gran acontecimiento no solo para los alemanes residentes, sino para todos los chilenos, que a través de esta respetable y laboriosa colonia han aprendido a admirar la organización moderna de la gran nación y el intenso espíritu patriótico de sus hijos”.
Se agregaba que desde la fundación de la primera colonia en el sur del país, “los intereses y negocios de esta colectividad han crecido en forma extraordinaria”. Y no solo eso, los pedagogos alemanes habían renovado los programas de enseñanza pública y “los instructores militares encontraron en el país admirable materia prima para moldear un ejército glorioso, conforme a la disciplina germánica”.
Príncipe y todo, Enrique de Prusia sorprendió por su sencillez. Había manifestado su deseo de pasar desapercibido y de hacer olvidar, en lo posible, su alto rango. No obstante, el gobierno del Presidente Ramón Barros Luco quiso recibirlo dignamente con un lucido programa de desfiles y recepciones. Como un banquete en La Moneda y una revista militar en el Parque Cousiño.
Sus “altezas reales” también visitaron el cerro Santa Lucía, “el paseo más agradable de nuestra capital” y las diversas instituciones que sostenía en Santiago la colonia, como el Internado Alemán. Allí, les dijo a los escolares que fueran “buenos, laboriosos y obedientes para que así seáis más tarde útiles a vuestra patria y al país que os alberga”. También conocieron la Fuente Alemana del Parque Forestal, obsequiada por la colectividad germana para el Centenario. Luego, se dirigieron a Valparaíso donde, justamente, estaba la escuadra alemana. En el puerto, se lucían los buques más modernos de la época: los ? dreadnoughts “Kaiser” y “König Albert”. Los mismos acorazados que, meses más tarde, combatirían en la Primera Guerra Mundial. Mientras disfrutaba de los vinos chilenos, el príncipe Enrique todavía no sospechaba que sería nombrado Comandante en Jefe de una de esas flotas.