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Cartas
Miércoles 15 de enero de 2014
Ranking de notas
Señor Director:
Como Fundación Jaime Guzmán, ya el 11 de octubre de 2013, y previo a la masificación de la polémica por el aumento de la ponderación del ranking a pocas semanas de la rendición de la PSU, adelantamos la existencia de dudas fundadas en la decisión de implementar de cuajo dicha medida, sin analizar previa y responsablemente sus alcances y efectos técnicos.
Según datos del Demre, el aumento de la ponderación del ranking de notas no logró elevar el ingreso de alumnos provenientes de establecimientos municipales. Asimismo, estudios de la Universidad Andrés Bello demuestran que no solo este número no habría aumentado, sino que además habría disminuido. Lo anterior se suma al hecho de que inclusive 137 alumnos del Instituto Nacional optaron por repetir tercero medio, a fin de no verse perjudicados por la intempestiva medida.
Esto constituye un hecho gravísimo, pues por mera terquedad, y en muchos casos debido a la simple obsesión por lograr un pequeño punto político, o entregar señales meramente comunicacionales, se implementó dicha medida en forma extremadamente prematura e improvisada.
Sumado a lo anterior, existe un problema más de fondo, que consiste en que las altas ponderaciones entre la combinación ranking y NEM, que en algunos casos bordea el 50% del puntaje total, cuelga una mochila perpetua e insuperable a los estudiantes. Esto, pues el estudiante que obtiene un NEM 5,5 en el colegio, o quedó en el lugar 50 de su respectivo ranking, con las actuales reglas del juego, jamás podría estudiar Medicina, aun cuando se supere y obtenga solo puntajes nacionales, y por más que rinda 1 o 10 veces la PSU. Que esa mochila sea obligatoria, condena a los estudiantes de por vida, lo cual es injusto e inaceptable.
Tal como hoy existe para el caso de las postulaciones a estudios de posgrado, debiesen existir fórmulas de postulación, en que el estudiante elija, entre las distintas variables existentes, una combinación de ellas. Así, un estudiante podría seleccionar entre priorizar solo la PSU y el ranking, otro estudiante solo el ranking y su NEM, otro solo PSU y notas en el propedéutico, etcétera. Ello, pues es del todo inexplicable que el sistema condene de por vida a un menor de edad, sin considerar la inmadurez y cambios propios de la adolescencia, y no teniendo el estudiante posibilidad alguna de reivindicarse académicamente en el tiempo.
Jorge Barrera R.
Fundación Jaime Guzmán