Durante la primera vuelta presidencial varios candidatos basaron su discurso de campaña en criticar a quienes han ejercido la actividad política durante las últimas décadas en Chile. Plantearon que las dos grandes coaliciones tradicionales, la Concertación (hoy Nueva Mayoría) y la Alianza (ex Coalición), representaban las malas prácticas de la actividad pública.
Hubo quienes hablaron de un “duopolio”, tratando de dar a entender que la Concertación y la Alianza se repartían el poder entre ellas sin compartirlo con las otras fuerzas más pequeñas.
“Queremos que se vayan todos”, decía un candidato. “Hay que puro jubilar a los viejos políticos”, decía otro, en tono más coloquial. “Vamos a limpiar la política”, juraban entre todos.
Para mi sorpresa, ese discurso logró llegar a no pocos electores; algunos votaron por estos “desinfectantes de la política” y otros simplemente prefirieron abstenerse y se quedaron en sus casas como una señal de repudio contra el viejo sistema.
Lo trágico es que pocos días después de la elección descubrimos que al menos dos de estos presidenciables que se vendían como los paladines de las nuevas buenas prácticas de la política inscribieron sus candidaturas de manera irregular. No solo sus firmas no estaban certificadas personalmente por un notario, sino que varias de ellas eran derechamente falsas. Truchas.
Por lo que hemos visto en el diario, hay gente que dice que su firma fue falsificada. Y por lo que me han contado, las planillas de firmas se habrían rellenado con todo tipo de personas inverosímiles, ya que llegar a las 40 mil firmas que exige la ley no era cosa fácil. No me consta, pero el rumor es que en las nóminas aparecieron individuos como Aquiles Brinco, Armando Casas, Elba Zurita, Zacarías Flores del Campo, Susana Orias, Luz Rojas, Guillermo Nigote, Alan Brito Delgado, Elba Lazo y otros más, como Leididí Pérez y Usnavy González.
Me niego a creerlo, pero también me aseguran que identidades apócrifas, como Patricio Donald, Waldo Disney (cuya firma era especialmente extraña) y Homero Simpson también aparecieron.
¿Y si los que venían a rescatarnos de las malas prácticas al parecer tenían peores modales cívicos, quién podrá, ahora, defendernos?
Hubo una época en que el contralor, Ramiro Mendoza, ponía orden en la casa. Pero hace tiempo que no lo veo. El “ramirismo” del que fui un entusiasta seguidor parece extinguido.
Así las cosas, me parece bien que las dos candidatas de la segunda vuelta sean Michelle y Evelyn. Las dos tienen domicilio conocido, las hemos visto actuar y nos garantizan un piso de decencia. Aunque pueden provenir de la llamada “vieja política”, creo que no son ni tan viejas ni tan políticas.
No serán perfectas, mas se acercan a lo que yo, simplemente, soñé.