El momento central de esta película ocurre cerca de la mitad del metraje, a los 45 minutos, cuando la viuda Natalia (Xenia Kalogeropoulou) cuenta que su marido muerto aparece y desaparece en su memoria y que siente que lo va perdiendo por segunda vez. "Es como la vida", concluye, "aparecemos y desaparecemos, y para algunos somos muy importantes, pero aquí sólo... estamos de paso".
Esa idea de la transitoriedad, de lo efímero que lucha contra lo perdurable, del tiempo que pasa más rápido contra el que se desea más lento, del amor que lucha contra la corrosión de los años, está en el corazón del proyecto que hace casi veinte años lleva adelante el cineasta Richard Linklater: primero, con el encuentro casual de Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) en un tren hacia Viena, en Antes del amanecer (1995), luego con una reunión ya más deliberada en París, en Antes del atardecer (2004), y ahora, cuando son pareja y tienen hijos y pasan unas vacaciones en Grecia. En todos los casos, durante unas pocas horas de un solo día, una forma de condensación y expansión del tiempo que por sí misma es una sugerencia de la transitoriedad.
Linklater es el más francés de los cineastas norteamericanos. Desde luego, es uno de los pocos capaces de sostener un largometraje armado con diálogos, como solía hacer Eric Rohmer. Antes de la medianoche consiste en cinco largos diálogos y, aunque en dos ellos participan otros personajes de diversas edades, bajo todos esos momentos registrados en largos planos continuos impera la tensión entre Jesse y Céline acerca de su permanencia como pareja cuando ya han traspasado los 40 años. El eje de la controversia es el deseo de Jesse de acompañar la adolescencia de su hijo Hank (Seamus Davey-Fitzpatrick), que está bajo la tuición de su ex esposa en Estados Unidos. Pero es claro que ese motivo es sólo el pretexto de una discusión más profunda.
Linklater sitúa a esta pareja en crisis, en el camino hacia la medianoche del alma, en el paisaje de las ruinas del Peloponeso. Su peregrinación vagabunda, sin más plan que el de resucitar su propio romance, tiene en todo momento la reverberación de Te querré siempre, la obra maestra de Roberto Rossellini, y la confusa descripción que hace de ella Céline convierte la referencia en un delicado homenaje cinéfilo, como el de Almodóvar en Los abrazos rotos.
Jesse y Céline ya no son los veinteañeros apasionados del tren de Viena, aunque Antes del atardecer anticipaba esa melancolía del futuro. Ahora están en el trance de seguir juntos cuando se conocen demasiado, han endurecido sus propios juicios y tienen versiones divergentes sobre sus vidas. Su conversación es más áspera y solo gira en torno a la pregunta sin respuesta de si podrán envejecer juntos.
Si Linklater continúa con la idea de registrar a la pareja cada diez años, como lo ha hecho hasta ahora, terminará por trazar un mapa del amor durante toda la vida, lo que podría constituir el proyecto más ambicioso que haya contemplado el cine.
Before midnight. Dirección: Richard Linklater. Con: Ethan Hawke, Julie Delpy, Walter Lassally, Ariane Labed, Yiannis Papadopoulos.
109 minutos.