La goleada lograda el miércoles por la selección nacional en Dinamarca ante Irak podrá tener, sin duda, explicaciones más o menos racionales.
Obviamente todo puede reducirse a que el rival no estaba a la altura. Pero si bien eso es verdad -la escuadra iraquí está recién reordenándose con nuevos jugadores, muchos de los cuales, además, demostraron poca estatura técnica y menos compromiso táctico- ello no puede erosionar la maciza actuación del equipo de Jorge Sampaoli.
Es que por mucho que un rival no oponga mayor resistencia, seis goles -en especial cuando juegan selecciones nacionales- hay que saber hacerlos.
Y Chile los hizo. No solo eso. Los hizo controlando la pelota, buscando los espacios, aprovechando la superioridad técnica en los mano a mano y, lo mejor, definiendo con justeza cuando las oportunidades se presentaron.
No es, entonces, un asunto de números únicamente. La victoria de Chile en la antesala del decisivo encuentro eliminatorio con Venezuela en las eliminatorias, solidificó las creencias de la banca y, lo que es más importante, éstas fueron asumidas con especial rigor y justeza por los intérpretes en la cancha.
Ello a pesar de que si bien el módulo esencial de Sampaoli no sufrió grandes variantes con respecto a lo que ya se ha visualizado en anteriores partidos (lo que implica que ya está establecido lo que se conoce como fondo de juego) , sí hubo en la disposición mostrada en la cancha danesa algunos cambios tácticos puntuales propios de quien está buscando variantes.
La más llamativa de ellas, sin duda, fue el movimiento permanente de Alexis Sánchez.
Aún cuando formalmente el jugador de Barcelona se estableció en la franja derecha -y así se mantuvo posicionalmente- el uso de la diagonal cuando pasaba Isla por su espalda dio a entender algo que parecía un misterio en el esquema de Sampaoli: que él, más que un "10" clásico, lo que quiere es un jugador que pueda aparecer sorpresivamente desde una posición no centralizada para así provocar desbarajuste de marcas en los rivales.
Ello no implica, y eso también es digno de analizarlo, que Sampaoli no crea en la presencia de un "9" tradicional, de área.
Si bien todo hacía indicar que estando Valdivia en condiciones él sería un "9" retrasado o "mentiroso" puede que su presencia, más bien hubiese obligado a posicionar de otra manera a Sánchez, ya no tan recostado por la punta. es decir, más metido en el área.
No fue lo único que movió Sampaoli en su estructura táctica.
Advertido de la famélica composición de ataque iraquí, la defensa chilena se acomodó a las circunstancias, lo que hizo que los laterales -Isla y Mena- se soltaran como volantes, dejando a Medel y Rojas más estacionados, lo que provocó que, a diferencia de otros partidos -esencialmente en el amistoso con Brasil- Chile atacara más por las bandas y no tanto por el centro.
El ensayo, así visto, fue a todos luces beneficioso.
Porque más allá de la concreción de una goleada con tintes históricos dejó una lección súper importante: este equipo no sólo camina según sus rígidos planes. También es capaz de agregarle cositas que lo van ayudando a crecer.