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Editorial
Sábado 13 de julio de 2013
¿Otro modelo?
Sería precipitado presumir un descontento total, y el fracaso de un modelo que ha sido y es exitoso.
El libro "El otro modelo. Del orden neoliberal al régimen de lo público", escrito por los abogados Fernando Atria y Javier Couso, los economistas Guillermo Larraín y José Miguel Benavente, y el sociólogo Alfredo Joignant, ha sido estimado por sus autores como el texto "más importante que se ha escrito en los últimos 35 años", ya que en él se postula una explicación del descontento que habría en la sociedad chilena actual y se propone un nuevo camino de desarrollo.
Si bien no se plantea en él una ruptura total con el actual sistema económico -se deja espacio al mercado y la individualidad-, sí se proponen cambios sustanciales, buscando especialmente rescatar el "interés general", que -según los autores- ha sido negado en Chile.
Semejante planteamiento es legítimo, pero discutible, ya que -como se ha visto ocurrir una y otra vez en la historia- muchas veces ese "interés general" invocado termina siendo solo un instrumento de grupos de interés en cualquier ámbito. Quienes creen en una sociedad de libertades, por el contrario, constriñen ese interés general o " ethos común" a una gama de materias importantes, pero acotadas. Todo lo demás se entrega a la armonización espontánea de los legítimos intereses individuales, para que la sociedad se ordene libremente, en un marco de Estado de Derecho.
El diagnóstico de los autores parte del presunto descontento general de los chilenos, cuyo inicio datan en 2011. Efectivamente, ese año hubo una importante efervescencia, pero estuvo, en lo fundamental, circunscrita al campo educacional, con demandas legítimas, que se plasmaron en relevantes proyectos de ley. Pero extrapolar las protestas estudiantiles para erigirlas en señal de un descontento total o en una crisis institucional, parece un notorio error de diagnóstico, aunque lo hayan compartido diversos ideólogos.
Chile tiene problemas severos y requiere diversos ajustes -como todos los demás países-, pero no está en una crisis institucional. Desmienten esta tesis los datos observables y también el sentir mayoritario de la población. Los logros y avances son evidentes para el país, y perceptibles por sus ciudadanos como bienestar, y eso lo demuestra la más simple comparación entre nuestra realidad y la del resto de los países latinoamericanos.
Todo análisis argumentado de la realidad actual es un aporte a la discusión y al debate intelectual, sin perjuicio de evitar caer en conclusiones precipitadas, presumiendo un descontento total y general que no existe, el fracaso de un modelo que ha sido exitoso y la necesidad de cambios radicales, cuando lo que requiere el país son ajustes eficaces, oportunos y basados en acuerdos amplios.