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Lunes 08 de julio de 2013
Chile se quedó con las ganas en el último suspiro
Los dirigidos de Mario Salas murieron en su ley, con el mismo fútbol físico y asfixiante de todo el torneo. Pero sucumbieron ante el cansancio y la energía de un rival que les replicó con las mismas armas...
Rodrigo Fuentealba
Darío Melo grita: "¡Mía! Ángelo Henríquez y Valber Huerta ven pasar la pelota sin reacción. No pasa ni siquiera un segundo para que el sueño de la Rojita se rompa como un cristal. Sin vuelta atrás. En el último minuto del segundo tiempo del alargue, los dirigidos de Mario Salas quedaron eliminados en los cuartos del Mundial Sub 20 de Turquía. Un 4-3 más que doloroso, sobre todo porque el equipo fue dos veces arriba en el marcador.
"Morimos en la nuestra". Ese era el discurso que se repetía con insistencia tras el partido. Los rostros llorosos de los jugadores chilenos en algo se enjugaban con la última arenga del técnico. La Rojita inició el partido con serios problemas en defensa, pero a poco a poco le fue tomando la mano al desorden de los ghaneses, que escondieron la pelota, salieron en velocidad y con desenfado, dejando claros en defensa.
Los mismos que aprovechó Chile para dar vuelta el partido. "¡Meta, meta... dele, dele!", era la insistente instrucción del técnico. Otra vez el mismo libreto: rápido en la marca y atosigar la salida del rival. Con Christian Bravo y Henríquez abriendo la cancha y derrochando energía.
Un gol de Nicolás Castillo y otro del mismo jugador del Manchester United hacían la diferencia. El fútbol físico y asfixiante, explotando a ultranza el error del rival, volvía a redituar. Sin embargo, los africanos apuntaron a lo misma y fueron acorralando a Chile.
En el segundo tiempo fueron evidentemente superiores, y a nadie extrañó que lograran el empate bien entrado el complementario. A esa altura, el cuadro nacional se quedaba sin piernas. La salida obligada de Mario Larenas, por lesión, exigió la inclusión de Cristián Cuevas. Igor Lichnovsky le dio paso a Valber Huerta, y el equipo se vio sobrepasado en el medio.
No hubo respiros. Dos escuadras con idéntica postura, sin remilgos y con un fútbol físico y vertical. Ahí fue cuando los africanos ganaron la pulseada. Salas se la jugó con el ingreso de Nicolás Maturana, y César Fuentes pasó al lateral derecho. Y varió el esquema, que pasó de un 4-2-3-1 a un 4-1-4-1 para retomar el dominio del mediocampo. Llegó el 3-2 de Henríquez, pero faltaba fuelle.
Como nunca, el equipo chileno sintió el cansancio. Los ghaneses replicaron con el mismo libreto de la Rojita y terminaron celebrando en un duelo que quedará entre los capítulos más dolorosos del fútbol chileno. No hay caso.