¿Somos o no somos buenos?
He ahí el problema.
Después del resultado y el juego exhibido frente a Paraguay en Asunción, parece que sí.
El desplante y posición de Arturo Vidal. La estrella opaca de Alexis Sánchez. Esteban Paredes no estuvo. Marco González se equivocó, pero da lo mismo. Claudio Bravo, qué arquero más solvente. En fin: somos buenos.
¿Pero no será que los malos son ellos y eso hizo la diferencia, porque, digamos las cosas por su verdadero nombre: los paraguayos no son lo que solían ser?
Y hasta los bolivianos están más malos.
Durante 87 minutos y fracción, solo un pensamiento y convicción, porque era cosa de verlos jugar: somos buenos.
Después del evento desafortunado y el gol guaraní y durante esos cinco minutos eternos, lo que antes era cierto, se convirtió en terrible duda.
Igual nos empatan.
No, no, no... ¡Dios mío!
Que no pase nada y que solo pase la hora.
¿Por qué? ¿ Why ? ¿ Pour quoi ?
Qué injusto sería, pero qué injusto.
Cuando se acabó el partido, pero de inmediato, se esfumaron los pensamientos medrosos, autoflagelantes y pichiruchis.
Se despejó la nube, apareció el sol y una frase coronó el cielo: somos buenos.
Y volvió el choro del puerto, el intelectual movido, el crítico exigente y ácido, el observador imparcial y el chileno que ha tenido problemas por ser tan sincero.
Todavía más, el fútbol de Chile, por momentos, fue tan galano y efectivo que nos abrió un espacio para soñar. Es cursi, pero no es broma. Hermanados bajo una estrella, buscando el mismo objetivo y escuchando las trompetas roja, azul y blanca. ¿Sabe con lo que sueño? Con Chile en el Mundial. Le prometo que otro día, cuando estemos realmente clasificados, le voy a hablar del fútbol como bien social, porque ese es mi otro sueño: un Chile unido, gracias al fútbol.
Las personas con esas experiencias oníricas tienen que ser necesariamente grandes personas, porque hasta en sueños piensan en el país.
A otras personas no les da para tanto y sus sueños son retazos de algo que no se entiende, son puras tiras: Rudi Gutendorf come empanadas, nos golean en Gijón, a Suazo le crece pelo y un cóndor se viene guarda abajo.
Un mundo inconexo, absurdo y desperdigado: un palo en el tiro, los delanteros pifian, la defensa se pifia y don Luis Álamos hace parar un taxi.
Sueños de selección: "Chilenita" Fuentes se amarra una mano, Harold atesora un diente de Bielsa como amuleto y el guatón Laube pedalea en el aire.