George Best fue uno de mis ídolos de juventud. Por la pintita y popularidad, lo denominaban el quinto Beatle. Gran puntero derecho del Manchester United, se casó con un par de modelos infartantes. Era sencillito para autodefinirse "Maradona good, Pelé better, George Best". Como a tantos otros ídolos juveniles, la fama temprana, el alcoholismo y la juerga le pasaron la cuenta. Sumido en la pobreza y despojado del éxito, le preguntaron qué hizo con toda la plata que ganó. El gran George, fiel a sí mismo y a su fanaticada, se despachó entonces una frase de antología "lo gasté en mujeres, trago y autos... el resto lo despilfarré". ¡Ídolo, George!
En las sociedades libres cada persona tiene la autonomía para fijarse las prioridades que quiera y, si no afectan al resto, bien por ellos. El peligro surge, cuando tratamos de transformar nuestras propias prioridades y preferencias en máximas sociales que deben estar a la cabeza de la agenda del país.
Nuestra élite política mira el mundo desde su prisma y considera que sus temas organizativos son las prioridades de la nación. Esto es natural, a los abogados también nos parece que el sistema legal, el Poder Judicial y la actividad regulatoria es lejos lo más importante del país. Afortunadamente, tenemos a los médicos, agricultores, artistas y otros para recordarnos que el mundo no nace y termina con el derecho.
Por eso disiento de nuestra clase política. Me parece que ni la Constitución ni el sistema electoral, ni los impuestos son prioridad nacional. ¿Alguien puede creer que con un nuevo sistema electoral, una nueva Constitución y más impuestos vamos a ser más felices más prósperos y más libres?
No existe la Constitución perfecta ni una que concite consensos unánimes. De hecho, Inglaterra funciona sin una. Los norteamericanos, que la inventaron, la modifican poco y dejan su interpretación a la Corte Suprema, que la va actualizando y modernizando a través de sus fallos. Así, temas relevantes como el New Deal, las igualdades raciales o sexuales han podido avanzar sin necesidad de reformas constitucionales y menos de asambleas constituyentes.
En Chile, nuestra Constitución (promulgada en 2005 por Lagos) es suficientemente buena y está suficientemente legitimada por las modificaciones y votaciones a que ha sido sometida como para dejarla tranquila un rato. Esa Constitución creó el recurso de protección y repuso el Tribunal Constitucional, limitó la actividad del Estado para que no ahogara a los privados, fortaleció las garantías individuales, consagró la independencia del Banco Central, y limitó la actividad legislativa del Congreso prohibiéndole que gastara plata, porque la historia nos enseñó que la inflación partía del Congreso. Es obvio que tenga quórums altos de reforma porque es distinta de una ley común y, por ello, exige consensos más amplios que simples mayorías transitorias.
El sistema electoral es otro. No existe el sistema perfecto, y los sistemas proporcionales son igualmente distorsionadores que los binominales o mayoritarios. Basta ver la última elección del Colegio de Abogados, que funciona con cifra repartidora y en que, a causa del sistema de reparto, cuatro candidatos de la lista B que perdieron sacaron más votos que los elegidos en las listas A y C.
Las prioridades del país pasan por otro lado: una infraestructura para solucionar los endémicos problemas de agua de la zona centro norte. Qué decir de la energía, tenemos la más cara del mundo, lo que afecta a nuestras empresas, hogares y medio ambiente. En Educación, tenemos que destinar más ahorro privado a educar, esto solo puede traer beneficios para todo el país. En cuanto a Salud hay que facilitar la inversión y no seguir ahuyentando la iniciativa privada. En fin, hay infinitos temas que debieran copar la agenda política chilena los próximos años y no pasarnos discutiendo temas políticos endogámicos.
Sería penoso que el próximo Presidente, frente a la pregunta ¿qué hizo con su capital político? Contestara, con soberbia y torpe orgullo, "una asamblea constituyente, un sistema electoral y otra reforma tributaria...el resto lo despilfarré".