El Mercurio.com - Blogs : Chile después de la transición
Editorial
Domingo 26 de mayo de 2013
Chile después de la transición
El Chile que emerge día a día frente a nosotros hace cada vez más incomprensible para las nuevas generaciones el país que dejamos atrás. Y eso ha provocado la pérdida de un importante factor de contención de los últimos años...
Es un hecho muy frecuente que en años electorales aumenten las tensiones políticas y sociales. En paralelo al esfuerzo de los candidatos por posicionar sus propuestas y conquistar el favor de los electores, dirigentes estudiantiles, sindicales o regionales, entre otros, intentan hacer oír su voz para instalar en la discusión pública sus aspiraciones y prioridades.
Para algunos es algo propio de la democracia y del ambiente de campaña, no muy distinto de lo vivido en 2005 y 2009. Para otros son las señales del fin de un ciclo histórico y el inició de una nueva era política, post-transición.
Un horizonte lleno de ilusiones o aprensiones, según el prisma con que se mire.
Con todo, nada de eso exime a las autoridades y dirigentes de la responsabilidad de preservar un adecuado clima de debate público.
Las expresiones ofensivas contra el Presidente de la República por parte de un diputado comunista en las redes sociales, los insultos de una ministra a un parlamentario opositor en el Congreso, las denuncias incendiarias de supuestas amenazas de las autoridades a los ciudadanos interesados en reunirse con una alternativa de oposición, individualmente considerados, no constituyen hechos demasiado graves, aunque puedan ser censurables, pero contribuyen a un panorama poco auspicioso de lo que nos espera para el resto del año, especialmente considerando que estamos en la fase de primarias y todavía no se inicia la campaña presidencial propiamente tal.
Más aún, nos encontramos a pocos meses de cumplir 40 años del derrumbe de la democracia, precipitado por un duro enfrentamiento de fanatismos que llevaron a Chile a vivir uno de los capítulos más dramáticos de su historia.
Para unos y para otros
Hace solo 10 años, en pleno gobierno del Presidente Ricardo Lagos, Chile conmemoró los 30 años del 11 de septiembre. Ese lapso considerable suele utilizarse para marcar el cambio de toda una generación.
En ese momento, tras el gobierno militar y dos gobiernos de orientación democratacristiana, nuevamente un socialista ocupaba La Moneda. En la atmósfera y el imaginario colectivo de esos años predominaban los anhelos de reconciliación. Y algunos veían en la entonces ministra de Defensa, Michelle Bachelet, una figura emblemática de ese reencuentro. Su biografía personal, con un fracturado pasado con las Fuerzas Armadas, unido a una imagen empática, daba un cariz simbólico a su responsabilidad a cargo de la Defensa Nacional. Paradójicamente, ella declaraba que no le no acomodaban las palabras perdón o reconciliación.
¿Cuál es el pulso que hoy late en Chile bajo el manto de las refriegas electorales y el encastillamiento de algunos sectores y figuras académicas? ¿Quién encarna verdaderamente ese imaginario colectivo de mejor manera, y quién puede encauzarlo positivamente?
Solo ímpetus juveniles o pasiones desbordadas podrían desconocer los avances adicionales de nuestro país en los pasados 10 años, bajo tres distintos gobiernos. Pero el Chile que emerge día a día frente a nosotros hace cada vez más incomprensible para las nuevas generaciones aquel que dejamos atrás. Y eso ha causado la pérdida de un importante factor de contención de los últimos años. Para unos es señal de la superación de un trauma. Para otros, la pérdida de una valiosa experiencia de vida.
21 de mayo de 1970
Otro 21 de mayo, el de 1970, el entonces Presidente Eduardo Frei Montalva rindió su última cuenta sobre la marcha política y administrativa de la nación. También él aprovechó esa oportunidad para hacer un balance general de su gestión. Sin perjuicio de reseñar los logros de su sexenio, complementó sus palabras alertando sobre los factores que amenazaban el futuro de Chile, sin presagiar lo que acontecería solo tres años más tarde.
Entre dichos factores subrayó que "cada grupo, de acuerdo con su capacidad de presión, pretende exigir del país más de lo que este puede dar, sin importarle el bien común de toda la nación. Cada uno pretende obtener ventajas en desmedro de otros que no tienen la misma fuerza para negociar. Y siempre encuentran quienes apadrinen sus exigencias sectoriales en detrimento del bien colectivo".
Sobre los excesos partidistas, el Mandatario alertó que "no existe solidaridad mínima, indispensable para la vida de un país integrado consigo mismo. La conquista del poder se convierte en el supremo objetivo, bajo el supuesto de que todo está permitido para lograrlo".
En los próximos meses -y con fuego renovado por el clima electoral- reviviremos fechas de tensión y desencuentro. Prudente sería aprovechar esa ocasión para reflexionar sobre las circunstancias que antecedieron a esas trágicas jornadas, reconocer los caminos sin salida por los que quiso transitar esa generación de dirigentes políticos y sociales, y, a modo de homenaje a la memoria de los chilenos del 70, cuidar nuestra convivencia, la calidad de nuestra política y no repetir sus errores.